Karen Paredes,
Joven indignada.
Productora Radio Progreso

Siempre se puede empezar de nuevo, interpreta el eterno Facundo Cabral, en su canción Este es un Nuevo Día. Y en Honduras, se abre la oportunidad de recomenzar y demostrar la dignidad y valentía de su gente.

Junio de 2015, hizo despertar, a punta de corrupción del partido de gobierno, a una generación consciente y cansada de prácticas viejas, todo en medio de denuncias por mal manejo en los fondos del Instituto Hondureño de Seguridad Social. El megafraude, como fue calificado este acto de corrupción, movió a decenas de miles de trabajadores y trabajadoras, y encendió las antorchas que iluminaban calles y esquinas de muchos municipios del país con el surgimiento de la emblemática consigna #FueraJOH. Tres meses después, el desgaste y la demagogia de un diálogo, volvió a encerrarnos.

Dos años después, la débil institucionalidad hondureña terminó de desquebrajarse con un fraude electoral, como continuidad del golpe de Estado de junio 2009. Esta vez, con más energía. Esa generación cansada, ahora decepcionada por no respetarse sus votos, salieron a las calles.

Ese vuelco a las calles trajo no únicamente el recrudecimiento de la represión por las fuerzas de seguridad del Estado, también hostigamiento, persecución y asesinato de más de 30 personas, según lo documentó la Coalición Contra la Impunidad.

En un ambiente de frustración, volvimos a cerrar la puerta de la casa y preocuparnos por el día a día, por la sobrevivencia. Porque en este país, entre la delincuencia común, el crimen organizado, los altos costos de la canasta básica, el raquítico sueldo mínimo, el desempleo, el deplorable sistema de salud, el olvidado sistema de educación, la corrupción, las pocas y malas políticas públicas, etc., entre todo esto, sólo se puede sobrevivir.

Sin embargo, el rechazo al gobierno ilegal de Juan Orlando Hernández (JOH), también fue aflorándose en las redes sociales o cualquier lugar de concentración masiva de personas. Está claro, para un buen sector de la población hondureña, que el Estado ha sido secuestrado por un grupo reducidos de corruptos y poderosos, y ahora salpicados con el narcotráfico, tras el arresto de Juan Antonio “Tony” Hernández, hermano de JOH, quien es acusado en EEUU por tráfico de armas y narcotráfico a gran escala.

Esta dolorosa realidad siguió metiéndole fuego a la mecha del descontento de la población.   Pero no había forma de canalizarlo, de encaminar hacia una lucha frontal que quite de raíz las problemáticas hondureñas, pues es difícil pedirle a don Juan o doña María, que dejen a un lado su sobrevivencia y la de su familia, por salir a las calles en demanda de la salida de un gobierno que se impuso por la fuerza de las armas y bajo la ilegalidad.

Los primeros meses de 2019 han sido cruciales y además, una terapia para el desencanto que, como diría el cantautor nicaragüense Luis Enrique Mejía Godoy, que reavivó al gremio magisterial que desde hace 8 años había sido relegado a sus salones de clases con la entrada en vigencia de la Ley fundamental de educación; se despertó al sector de la salud, que como gremio estaban ausentes de las calles; juntos crearon la Plataforma en Defensa de la Salud y la educación.

Esta plataforma nace a raíz de los decretos de emergencia emitidos por el Presidente en Consejo de Ministros (los famosos PCM), que propician los procesos de descentralización y privatización de la salud y educación. La derogación de los PCM y una verdadera reestructuración de los sistemas de educación y salud en el país se convirtieron en las exigencias de estos gremios.

Sin embargo, en un acto altamente dudoso y en una reunión de emergencia, el ilegal Ejecutivo decide derogar los PCM y sentarse a negociar con actores magisteriales, que en su mayoría habían sido denunciados por actos de corrupción y lavados de activos. Por su parte, las bases magisteriales y la Plataforma desconocen estas voces, que no representa la lucha genuina de lograr cambios profundos en estos dos sistemas.

En la última década, ambas secretarías han sido las más afectadas en la asignación presupuestaria, JOH ha priorizado los fondos para la Secretaría de Seguridad y Defensa. Para este 2019, el presupuesto de Educación y Salud es de 19.9% y 9.7% respectivamente. Y en el caso de Seguridad su partida aumentó en más del 100 por ciento. Evidenciando así las prioridades de este gobierno.

Pero esta lucha, que no solo convoca a estos dos grandes gremios: salud y educación, también aglutina a jóvenes, estudiantes, padres y madres de familia, organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos, a la población indignada de Honduras, quienes dieron un halo de esperanza a quienes creían que en este país no se volvería a las calles de una manera masiva, como ha quedado demostrado en estas semanas.

La lucha emprendida en calles de muchas ciudades y municipios del país, bajo el tema “no a la privatización de salud y educación”, ha evidenciado una vez más, que el problema debe cortarse de raíz; abriendo una brecha para que la población también exija y demande una propuesta de país, que logre combatir la corrupción e impunidad y fortalezca la institucionalidad y el Estado de derecho.

Es necesario exigirnos como generación estar siempre del lado correcto de la historia, con las causas justas y que reivindiquen los derechos fundamentales de la población que no merece un gobierno ilegal e ilegítimo como el existente. Por eso, estas acciones se convierten en poder para los millones de empobrecidos, quienes buscan el camino hacia la libertad.

En Honduras tenemos que ser valientes para enfrentarse cada día a la realidad agónica en la que estamos sumergidos por unos pocos y el ansia de poder y control de uno solo. Así como canta el gran Gabino Palomares “responderemos ante la mentira, con la rabia convertida en estrategia, el dolor en maniobra organizada, y esta lucha de abajo hecha conciencia”.