Lunes, 24 noviembre 2025  

Bajar trincheras, levantar debates

Aunque los errores y hechos de corrupción no se pueden minimizar ni han sido abordados de frente, no se puede negar que el gobierno ha hecho esfuerzos notables, con frecuencia infructuosos, en sanear la economía, reducir la inseguridad, promover una política fiscal menos excluyente, subsidiar la energía a miles de familias pobres, derogar la ZEDE muy a costa de amenazas de demandas de poderosas multinacionales, esfuerzos por mejorar la infraestructura, las condiciones educativas y sanitarias y de abrir vínculos diplomáticos y comerciales más diversificados, como es el caso de la relación con China. 

Sin embargo, no habrá salida posible a la confrontación, mientras el oficialismo no alcance capacidad de autocrítica y apertura a voces críticas y propositivas que no residen en las filas partidistas, y mientras meta a todas las voces críticas en el mismo costal del golpismo y de la narco dictadura. Eso de llamar “cartel social” a toda voz no oficialista que cuestione, por ejemplo, el prolongado estado de excepción, imposibilita espacios de diálogo y debate hacia un camino de búsqueda conjunta. La soberbia oficialista de machacar que todos los demás están errados, nunca ha sido buena consejera. Solo eleva barreras y construye trampolines.

De igual manera, no habrá salida posible mientras la oposición siga viendo en toda propuesta de LIBRE fantasmas externos que amenazan con un comunismo inexistente ni habrá camino de posibles entendimientos mientras tenga los ojos puestos solo en Estados Unidos como la única salvación. Seguir creyendo y atizando el ambiente sobre la base de que todos los errores que ocurren en el gobierno, en el país y el descalabro económico y social “es culpa de Mel”, solo atrasa cualquier proceso de búsqueda de consensos y contribuye a elevar a categoría mítica a los caudillos de hoy y de siempre.   

En todo caso, cualquiera que sea el ganador, abrirá las puertas a una coyuntura con un gobierno con muy bajos niveles de legitimidad, y le tocará administrar una creciente inestabilidad política y social. Las elecciones en lugar de abrir puertas hacia la resolución de los conflictos acumulados, penosamente se sitúan entre los problemas fundamentales de la crisis, y los resultados electorales podrían agudizarla.

Una actitud recomendada es meterse y seguir la coyuntura sin dejarse atrapar por ella, para evitar ser víctima de pasiones improductivas. Conviene ver por encima del hombro electoral y ver cómo capitalizar el tiempo después de la tormenta electoral. Si los movimientos sociales han sido en estos cuatro años espectadores, el período inestable que se abre a partir de 2026 tendría que ser de convocatoria y enlace de las organizaciones sociales para recuperar un necesario protagonismo que canalice demandas y presiones hacia el Estado. El tiempo que se abre tras las elecciones ha de ser el tiempo de los movimientos sociales con líneas internas vinculantes

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