Martes, 16 diciembre 2025  

“Retrasate Navidad un poco más”

Diciembre, mes de nostalgias, de búsqueda de espacios familiares perdidos, del recuento de lo hecho, de lo medio hecho y de lo que no pudo ser. Es un mes para aventurarse a creer en la esperanza aun cuando los datos de la realidad la nieguen rotundamente.

Diciembre es mucho más que la bullaranga del comercio de un ambiente navideño que nada tiene que ver con la Natividad del Señor de los Amaneceres. En diciembre revisamos nuestra vida personal y comunitaria a la luz de las promesas y de la voluntad salvífica de quien nació para esperanza de los pobres. Y evaluamos lo vivido, para ofrecerlo como lo amasado en un año para que Dios convierta nuestras vidas en pan que se parte y se comparte.

Así es diciembre para quienes creemos en el Señor de las ternuras y de las cercanías solidarias. Un mes para echar la vista al conjunto del año y para poner la mirada firme sobre las nuevas y pequeñas esperanzas de los pobres.

En la liturgia de la Iglesia, diciembre se adorna siempre con Adviento, que no es sino oportunidad para revisar la vida y abrir los ojos y los oídos para saber descubrir el paso de Dios por nuestra historia. Por mucho que sea el bullicio del comercio, en Adviento se nos recuerda que Dios ronda por nuestras cotidianidades, y quiere poner su tienda entre nosotros para esperanza de aquellos que todo lo han perdido.

Con Adviento Dios quiere sembrar de aliento todos los fracasos. La bulla del comercio se esfuerza en callar la voz que clama en estos desiertos hondureños de desorden, corrupción y política barata. Con diciembre hacemos un recuento de la vida y nos aprestamos a tomar fuerzas para el camino por andar.

Nuestra fe nos advierte que el Señor de los Amaneceres nace desde los escombros de la sociedad. Nace siempre desde la historia más débil de este mundo. Y desde ella nos invita a ir creciendo en el nuevo año, como crecen las esperanzas de quienes confían en la fuerza de la vida.

Así es diciembre: repleto de paradojas. Con bullas del dinero en manos egoístas, y con murmullos de esperanzas populares; con luces comerciales que enceguecen, y con el humilde brillo que brota desde la oscuridad de los hambrientos; con banquetes atiborrados de la corrupción de un año entero, y con taburetes vacíos que demandan un país más compartido.

Así es diciembre. Y como lo canta nuestro cantautor inmortal Mario de Mezapa, “qué alegría, ya se acerca Navidad, los anuncios no se dejan esperar…por ahora no tendremos Navidad, porque en diciembre la amargura es mucho más. Por ahora solo queda una esperanza, que luchamos por unir la sociedad…Ayy Navidad, si pudieras escucharme te diría, retrasate Navidad un poco más”

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