Deportaciones forzadas: crisis humanitaria y de derechos humanos


Ansiedad, angustia y desesperación, los sentimientos que más expresan nuestros hermanos y hermanas migrantes en el contexto de las deportaciones masivas en los Estados Unidos.
Escuchamos frecuentemente relatos de compatriotas trabajadores y trabajadoras que manifiestan su terror de volver a sus puestos de trabajo, de ir a comprar la comida a los supermercados; además, el miedo es causado ante la situación de sus hijos porque no pueden asistir a las escuelas, a los hospitales, y se ven obligados a encerrarse para huir de las autoridades policiales y migratorias. De hecho, muchos migrantes son detenidos y deportados sin ninguna posibilidad de defenderse.
En pocos días ha cambiado radicalmente la situación de nuestros hermanos y hermanas migrantes. Se expanden como un incendio las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, de los miembros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y de la policía, en los lugares de trabajo, las escuelas, las iglesias, los hospitales, y otros espacios públicos. Se ha restringido el programa de libertad condicional humanitaria, y ha aumentado el uso del ejército en la frontera sur de los Estados Unidos. Nuestros hermanos y hermanas migrantes están siendo tratados como delincuentes y criminales. O como si estuvieran librando una guerra en contra de las Fuerzas Armadas del gran gigante del norte.
Rápidamente se han creado nuevas leyes para detener y deportar a cualquier persona migrante acusada de algún delito, sin lugar a su legítima defensa. Mr. Trump también ha eliminado el Derecho de Asilo sin permitir la protección de cualquier persona que huye de la persecución y la violencia de nuestro país.
Verdaderamente es una impresionante crisis humanitaria y derechos humanos, probablemente es la operación más grande de deportaciones en la historia de los Estados Unidos. Esta persecución sin precedente, ha creado un ambiente hostil, y de manera particular en las “ciudades santuario” en donde se había ofrecido algún nivel de protección para los migrantes.
Es cierto que un mínimo porcentaje de los migrantes tienen antecedentes penales o han cometido algún crimen, pero es a toda la población migrante la que está siendo tratada como criminal. Lo que demuestra que este tipo de políticas migratorias agresivas irrespetan los derechos humanos de la inmensa mayoría de los migrantes que con su aporte y su fuerza de trabajo han contribuido a la prosperidad, el bienestar y la grandeza de los Estados Unidos como expresa Mr. Trump.
¡Mr. Trump, en nombre de Dios y nuestro sufrido pueblo, respete los derechos humanos de los migrantes!¡Cese la persecución a los migrantes!
