Miércoles, 13 agosto 2025  

Los medios de comunicación y el llamado por construir relatos de dignidad

En momentos de crisis e incertidumbre, como los que con frecuencia vivimos y sufrimos en Honduras, el aporte fundamental de los medios de comunicación ha de situarse al servicio de la verdad, la justicia y la dignidad de toda la sociedad, y no solo de intereses particulares.

El papel de la prensa ha de promover y cuidar un periodismo independiente que profundice en las causas de los principales males de la sociedad, que se abra a la voz de todos los sectores, pero particularmente de las víctimas. Los medios de comunicación hemos de tener en nuestras agendas los clamores de la gente indefensa, propiciando espacios de diálogo y encuentro para fortalecer la institucionalidad y el Estado de derecho.

Los medios de comunicación tenemos la labor de escarbar en aquellas realidades que los poderosos quisieran mantener en oscuridad, pero hemos de hacerlo cuidando nuestra autonomía e independencia frente a todos los poderes establecidos, incluyendo el partido o sector político que conduzca el gobierno de turno. Nos hemos de esforzar por ser honestos con lo que creemos que es la verdad para ser luces y nunca sombras para los menos favorecidos.

A esto se suma que ahora los medios de comunicación también tenemos la responsabilidad de cambiar narrativas. Desde tiempos remotos, las narrativas conducidas por grupos de poder han moldeado nuestras percepciones, dando forma a nuestros valores y actitudes, influyendo en cómo pensamos, cómo nos vemos y relacionamos como personas, y en cómo nos comportamos.

Esas narrativas nos imponen héroes o villanos, al tiempo que fortalecen la conciencia mágica e ingenua que nos dice que los pobres lo son porque Dios así lo quiere, y que los ricos nacieron ricos y millonarios porque los han trabajado y se los merecen. He aquí lo ideológico de esas narrativas: nos muestra una realidad aparente mientras ocultan que todas esas riquezas fueron obtenidas a costa de la explotación de la mano de obra de la clase trabajadora y de la extracción de los bienes naturales de manera ilícita. Y todo con el Estado a su favor.

Otro ejemplo de conciencia ingenua es cuando nos hacen creer que los campesinos son usurpadores, mientras se promueve que la gente se convierta en migrante porque así son héroes que sostienen nuestra débil economía. La salida a estas narrativas dominantes es la formación de la población en conciencia crítica y esperanzada que cambien los relatos que hasta ahora han perpetuado y normalizado la injusticia, la opresión y la desigualdad.

En comunidad es posible reescribir esta historia, desde la inclusión y la justicia. Que ilustremos nuevas maneras de habitar el planeta, para que en una sociedad atrapada en el miedo y los encierros, los medios comprometidos con la ciudadanía asumamos el reto de ir más allá de la denuncia y dejemos volar la imaginación política y cultural para recordar que otros mundos sí son posibles. 

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