Miércoles 7, Febrero 2024  

Educación pública, tarea de toda la sociedad

Una de las aspiraciones de todas las naciones, al menos por lo que refleja la ONU, es que todos los pueblos del planeta tengan asegurada la primaria para toda su niñez. La ONU se ha puesto esa meta desde comienzos del siglo, sin embargo, en nuestra Honduras esa aspiración sin cumplirse. El rezago que dejó la pandemia nos deja aplazados en el compromiso con la educación. Los semáforos de los principales centros urbanos siguen atiborrados de niños y niñas y las ventas callejeras siguen tristemente aumentando.

La educación sigue siendo una de las mayores deudas que el Estado tiene con la sociedad, junto con la salud, el empleo, la seguridad y la transparencia en el uso de los recursos públicos. Aunque se hacen esfuerzos, todavía se puede observar que muchos de los resultados o son todavía reducidos, o están estancados, y en algunos casos, se observan retrocesos.

Comenzaron las clases formales en las escuelas, en los colegios y en la universidad. Curioso: aumentó la matrícula en la educación privada, y disminuyó en los centros públicos, tanto de educación media como en la Universidad Nacional. Y todavía seguimos teniendo a una población infantil y juvenil que no ha ingresado a las aulas de escolares y otro porcentaje ingresará, pero se irá retirando en cuanto vaya apretando su situación de hambre y de pobreza familiar.

Educación hay por montones. Es cierto. Pero no la que necesita al país. Sectores políticos nos educan para la mentira, el cinismo y vivir de la apariencia. Nos educan para que nos convenzamos que los asuntos se resuelven si somos obedientes a quienes toman las decisiones desde las alturas y desde círculos de poder.

Existe un tipo de educación procedente de sectores políticos e incluso religiosos que se plantan solo para rechazar cualquier propuesta que provenga del gobierno y buscan educarnos para que retrocedamos hacia un pasado de ignorancias y obediencias ciegas. O lo que es lo mismo, para anclarnos sin misericordia en una cultura que se sostiene sobre la base de que la persona para poder vivir tiene que pasar buscando, por igual, a quien obedecer o a quien controlar.

Esta es la educación que tanto abunda en el país. Una vez que han comenzado las clases hemos de caer en la cuenta de dos grandes tareas hondureñas con la educación. La primera: demandar cambios profundos en las políticas hondureñas para que alcancemos una administración pública que eduque con el ejemplo, el testimonio, la democracia y el respeto cabal al Estado de Derecho. Y la segunda, porque todos los sectores, desde los gremios magisteriales, padres y madres de familia, los diversos grupos sociales, populares, étnicos, territoriales, religiosos y políticos, pongamos todo nuestro empeño por una educación pública, gratuita y de calidad.