Jueves, 18 Noviembre 2021    

A la comunidad internacional

Honduras necesita de su apoyo porque está viviendo momentos muy difíciles de su historia. Cerramos la primera década del siglo con un golpe de Estado y cerramos la segunda década con una narco-dictadura conducida desde Casa Presidencial.

La herencia de esta década se resume en una imagen. A pesar de que más de la mitad de la población está viviendo en pobreza extrema y con necesidad gigantesca de recursos nuevos para hacerle frente a la violencia y la pobreza, por noveno año consecutivo seguimos aplazados sin poder acceder a los fondos de la Cuenta de Desafío del Milenio. Un fondo que aliviaría las necesidades básicas del país.

Según expertos en el tema, en esta década hemos dejado de percibir cerca de mil millones de dólares.

No calificamos para acceder a esos fondos porque estamos aplazados en indicadores básicos como libertades civiles, control de la corrupción, eficacia del gobierno, el imperio de la ley y libertad de acceso a la información. La suma de estos indicadores es la otra manera de decir que en Honduras vivimos en una dictadura que, por un lado, tiene con un discurso de economía abierta al mundo y por otro, tiene la bota en el pescuezo a la ciudadanía.

Esta realidad autoritaria y corrupta la conoce muy bien la comunidad internacional, y con frecuencia ha avalado al régimen y sus actividades criminales. No solo le han reconocido procesos electorales ilegales y fraudulentos, también le han facilitado dinero que alimenta sus corrupciones. Como lo hizo recientemente el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, quien le aprobó un préstamo por 1,350 millones de lempiras, para entregar en bonos de siete mil lempiras a miles de familias afectadas por la emergencia. Una deuda que servirá únicamente a fortalecer la estructura clientelar de oficialismo, parece que BCIE tiene entre sus funciones patrocinar fraudes electorales.

Por supuesto que necesitamos del apoyo de la comunidad internacional. Necesitamos que nos ayude a salir de las honduras en la que entramos en la última década. En el cortísimo plazo necesitamos que nos acompañen con todas sus capacidades para desarrollar el proceso electoral libre y transparente, que asegure el respeto de la voluntad del pueblo expresado en el voto. Y partir de enero de 2022, necesitamos que nos acompañen con sus instituciones para hacer una auditoria sobre las redes de corrupción en el país y necesitamos respaldo financiero para impulsar agendas vinculadas al fortalecimiento del Estado de derecho e impulsar programas que ayuden a reducir la pobreza, la violencia y la desigualdad social. Son días difíciles, este pueblo necesita un respiro ante una década de fatiga y hambre. De lo contrario, tendremos nuestras caravanas masivas que correrán como la sangre que brota de un cuerpo herido sin fuerza para recuperarse.

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