Buscando una explicación a la violencia en Honduras

De acuerdo a la última publicación de la famosa revista Forbes experta en el seguimiento de fortunas, en nuestra Honduras los cinco hombres más ricos cuentan con una fortuna de 8,610 millones de dólares. Estos hombres tienen nombre y apellido. El más rico es Camilo Atala y le siguen en su orden Fredy Nasser, Jorge Canahuati Larach, Pedro Atala y Ricardo Maduro. A ellos se suman varias decenas de personas con fortunas muy parecidas organizadas en grupos de negocios que los vinculan con la banca, el comercio, la industria, el turismo, la agroindustria y con el capital transnacional, del cual son finalmente socios menores.

Grupo Ficohsa, Grupo Terra, Grupo Intur, grupo Atlántida, grupo Karim, grupo Dinant son algunos de los entes legales en donde se aglutinan estos nombres con sus fortunas, al tiempo que todas estas entidades legales cuentan con fundaciones también legales con el propósito aparente de hacer obras de beneficencia, pero que de fondo legalizan evasiones de impuestos, justifican y limpian capitales de dudosa procedencia.

Fundación Ficohsa, Fundación Atlántida, Fundación Dinant, Fundación Teletón, Fundación Televicentro, Fundación agrolíbano, son algunas de las más representativas de estas entidades que cumplen con la doble labor de dar una imagen positiva de la gente más rica al tiempo de llegar a toda la población para captar fondos a través de moneditas y otros aportes menores que usan para aparecer como empresarios con responsabilidad social.

Cuando hacemos relación entre las fortunas de los más ricos y la situación del resto de la sociedad, tenemos que la fortuna de los cinco hombres más ricos de Honduras equivale al presupuesto nacional y equivale al salario mínimo anual de dos millones de hondureños. Entre los cinco hombres más ricos, dos son de una misma familia, con una fortuna equivalente a lo que en un año ganan de salario mínimo un millón de hondureños.

Mucha gente de buena voluntad hace llamados vehementes al diálogo y a la reconciliación nacional. Estamos muy de acuerdo, siempre que ese diálogo y esa búsqueda de reconciliación se entiendan a partir de crear las bases institucionales y políticas que rompen con ese modelo actual de desarrollo productor de acumulación infinita de riquezas para unas cuantas personas mientras lanza al desempleo, a la miseria y hacia el exterior a millones de compatriotas. Este modelo es esencialmente el productor originario de violencia, y generador de las otras violencias.