Luciérnagas en la oscuridad política del país
El polvo blanco, las hierbas alucinógenas y otros venenos han sido esparcidos y contaminado el ámbito de la política partidista hondureña. Cúpulas de los partidos políticos han sido implicadas en graves casos de corrupción, narcotráfico e impunidad.
Asistimos a la gran confrontación y el duelo irreconciliable entre la triste realidad de un narco Estado, que crea terror con sus redes y cadenas en la vida pública y aplastan las esperanzas de un verdadero Estado de Derecho. Los últimos escándalos del narcotráfico estallan en un ambiente de alta complejidad, y pone en riesgo las elecciones generales que tenemos ya en un horizonte cercano. Y no hay peor peligro que echar al traste un proceso electoral que ha de garantizar la alternabilidad presidencial, y las nuevas autoridades de elección popular en todo el territorio nacional.
No todo está perdido. El malestar y frustración de la gente se está expresando en las calles, los parques, los buses y taxis, en las comunidades y en todo encuentro por casual que sea. Son expresiones como luciérnagas, que se expresan hasta en bromas y memes, ironías, pancartas que se erigen como denuncias de los escándalos de los políticos embarrados con el narcotráfico. Son manifestaciones no formales de desahogo, pero también de denuncia pública de los personajes políticos con las responsabilidades más importantes del país.
La gente está urgida de alternativas a las estructuras criminales, y de reactivación de movimientos sociales que sin estar condicionados por financiamientos y agendas externas, se busquen, se encuentren, hagan sentir su palabra para presionar porque la justicia se haga sentir en contra de las auténticas redes de criminalidad, narcotráfico y corrupción.
Romper con las estructuras del crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción y la impunidad, es la urgencia de nuestro tiempo. Es decir, que construyamos un verdadero Estado de Derecho y que eliminemos definitivamente el narco-estado que ha imperado desgraciadamente por tantos años. Para ello, necesitamos que se reactive la extradición, que se agilicen los pasos para instalar la CICIH, se realicen reformas electorales para que logremos tener elecciones que garanticen la alternabilidad presidencial en base al pleno respeto a la voluntad popular depositada en las urnas electorales.
Además, necesitamos presionar porque se cumpla lo siguiente: fortalecer la independencia judicial; aumentar las capacidades y recursos del Ministerio Público; establecer mecanismos de transparencia en los procesos judiciales y redición de cuentas de los funcionarios públicos; fomentar la participación ciudadana y la prevención del delito con programas educativos. Además, hacer una fuerte inversión social y mejorar las condiciones de empleo y crear las oportunidades para prevenir que el crimen organizado coopte a nuestra juventud a través de formación de nuevas generaciones comprometidas con la ética y la política.
Todos los cambios a corto y de largo alcance han de estar orientados para romper con el lamentable narco-estado. Para ello, es necesario que se reactiven los movimientos sociales, independientes de todos los poderes establecidos, y sean luces-luciérnagas que alumbren el camino que conduzca a un nuevo amanecer, y así toda la criminalidad organizada desde el Estado sea referencia de un tenebroso e irrepetible pasado.
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