Viernes, 20 Abril 2018
Sondeo, sociedad y religión
Retomando el Sondeo de Opinión Pública del Eric-sj recién publicado vamos a centrarnos en una de las dimensiones que, aunque pareciera marginal, tiene su importancia tanto en el ámbito religioso, como en el cultural y en el económico. Los datos del sondeo acerca de la Religión son escasos: la mayoría de la población es evangélica (sin especificar iglesias y denominaciones que es lo que lo le da su fuerza y su debilidad) seguida estrechamente de los católicos, con un aumento creciente de los que no tienen religión o pertenencia alguna. Los “militantes”, por así decirlo, son un 79.7% de los hondureños.

Podemos señalar igualmente que los índices más altos de confianza en el país se conceden a las Iglesias evangélica y católica. Pero también se habla del aumento creciente del mundo evangélico y la disminución de lo católico. Con las mismas palabras del Sondeo tenemos que “ambas ofertas religiosas han gozado en los últimos años de los primeros lugares de confianza institucional por parte del pueblo hondureño. Es decir, la ciudanía hondureña tiene un claro arraigo en las creencias y propuestas de las dos religiones mayoritarias en el país”. Esto se confirmaba igualmente para el conjunto de América Latina puesto que el “Latinobarómetro” daba a la Iglesia una confiabilidad del 65%, por encima de cualquier otra institución.

Vamos a servirnos de un instrumento afín al Sondeo de Opinión Pública: “El Papa Francisco y la Religión en Chile y América Latina: Latinobarómetro 1995-2017”. En Honduras es muy notorio el descenso de católicos entre 1995 y 2017. Va a la par del descenso de la práctica religiosa y del aumento del número de agnósticos o indiferentes. Estos datos socio-religiosos no podemos aislarlos ni de las dimensiones socio económicas y culturales. Es interesante caer en la cuenta como el “Latinobarómetro” lo vincula, por un lado, a los cambios socio-políticos y al grado de secularización de las sociedades (como Chile y Uruguay).

¿Por qué disminuye lo católico y aumenta lo evangélico? Recurriendo a la sociología no es nada malo recordar como el gran pensador Max Weber señalaba la “afinidad electiva” que se daba entre el nacimiento del capitalismo y el puritanismo protestante. Es decir, entre religión y economía tanto en centro Europa, como en EE UU y los países bajo su influencia”. Hoy comprobamos algo semejante constatando la “estrecha afinidad” que se ha establecido entre el “neoliberalismo económico y globalizado” y, concretando algo más el mundo evangélico, tanto con el pentecostalismo como el neopentecostalismo. También tiene su variante católica, en el movimiento carismático o, como lo formulan algunos autores, en la “carismatocracia” reinante.

No viene de ahorita, pero desde la asunción de JOH se ha acentuado enormemente la vinculación estrecha con las denominaciones evangélicas convirtiéndose en el brazo derecho de su política económica, transnacional y cultural. Al mismo tiempo obedece a la homogeneización religiosa que se va dando en todo el continente latinoamericano. Buena parte de los grupos evangélicos, pentecostales y neopentecostales han crecido con la urbanización, la desigualdad, la emigración y modernizaciones sociales. Se van consolidando como grandes burocracias de poder eclesial y social. Ahora con el pentecostalismo, y mucho más con neopentecostalismo urbano de clase media y alta, el asalto al poder político, económico y mediático es una realidad incuestionable. En casi todos los procesos electorales continentales hay “partidos políticos evangélicos” ultraconservadores que compite, negocian y pactan con todo tipo de fuerzas sociales y económicas; bien sea desde el poder social que han adquirido o negociando el voto de sus iglesias para conseguir privilegios, exenciones y todo tipo de concesiones.

La Iglesia Católica está a medio camino después de, por así decirlo, la “derrota de la teología de la liberación”, papados involucionistas o asunción de las conferencias episcopales por parte de “episcopados criollos o autóctonos”. El nuevo “proyecto de Iglesia” del Papa Francisco está lejos de ser asumido por buena parte del episcopado, iglesias, movimientos y pastorales. Y todo esto a pesar de la gran lucidez papal respecto a la economía, la política, la urgencia ecológica, la paz mundial, el diálogo a todos los niveles y el acompañamiento a todo tipo de periferias eclesiales y sociales.

Resumiendo, El Sondeo es crítico, pero, al mismo tiempo, da ocasión para que los distintos actores sociales se hagan presentes e incidan en su entorno social.

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