Por: José Ignacio González Faus

Bueno muchacho: después de unos días de tantos esfuerzos, tantas sacudidas y tantas emociones, quizá ha llegado el momento de descansar, serenarse un poco y, sobre todo, reflexionar bastante.

Comenzando por lo positivo, hay algo que quiero agradecer tanto a Nico Williams como a ti: habéis dado un buen mentís a ese eslogan de nuestras derechas: que los inmigrantes solo viene a quitarnos lo nuestro y a cometer delitos. A mí que, me gustan los epigramas y las ironías, me salieron unos versitos que voy difundiendo por ahí y que dicen:

 «No somos nada racistas // para crear futbolistas // Lo somos, y muy ufanos //  para no hacer ciudadanos».

Así respiran muchos moradores de este país al que habéis contribuido a dar una Eurocopa. Déjame añadir a eso tres reflexiones.

1.- Dejando a vuestros fans de momento, ahora debería ser hora de que penséis un poco en vuestra situación: por muy geniales futbolistas que seáis, habéis tenido además una inmensa suerte de la que otros carecen: podéis estar casi seguros de que entre los niños y muchachos que se ahogaron en el Mediterráneo, había algunos que, de haber tenido vuestra suerte, habrían sido tan buenos futbolistas como vosotros, o quizá figuras de alguna otra profesión más importante que el fútbol. Tú sabrás seguramente que la familia de Nico logró sobrevivir gracias a la acogida incondicional de Caritas de Vizcaya; y que el hermano de Nico lleva el nombre de Iñaki en recuerdo de aquel operario de Caritas que les salvó la vida y el futuro…

Tú tuviste la suerte de nacer ya en España sin tener que venir en una travesía de esas monstruosas (indignas de un siglo XXI) donde tras casi morir de sed, o ser constantemente abusados de mil maneras, aún se exponen los migrantes a no llegar a Europa: a ahogarse en el mar o a ser devueltos a su país…

Y una cosa quisiera deciros a Nico y a ti, ahora que “sois ya” europeos: no penséis que Europa es superior a África por naturaleza. Lo es hoy gracias al modo injusto como estuvo explotando a África en los últimos cuatro siglos. No creo (por desgracia) que ni Nico ni tú seáis muy lectores; pero os recomendaría a los dos un libro titulado África pecado de Europa que, al menos, podría leer tu padre (que me parece persona muy digna de respeto) y explicártelo un poco. Además tuviste la suerte de estar ya de niño metido en eso del fútbol, que te ha hecho más fáciles todos los caminos.

Pero ahora en vacaciones, mientras descansa un poco tu cuerpo, medita en la cantidad de niños africanos, más jóvenes que tú, que están sometidos a una especie de “genocidio infantil”: entérate de los miles de chavales llegados a Canarias mientras tú jugabas al fútbol, salidos del África muchas veces ellos solos, sin una compañía paterna o materna en una marcha tan peligrosa. Entérate de cómo una buena parte de esta sociedad (que quizá te aplaudía ayer cuando regresabais vosotros de Alemania) no quiere saber nada de ellos y está dispuesta a dejarlos morir como sea. Y esto en un país como España que es de los que menos población infantil tienen de todo el mundo[1].

Has de ir aprendiendo que Europa (y EEUU) seducen y atraen al mundo entero por su proclamación de los derechos humanos; pero cuando llegas aquí te das cuenta de que los derechos humanos (que fueron promulgados como descripción de nuestra actitud ante los demás), se han convertido entre nosotros en una canonización de los egoísmos propios (o del propio grupo) y una negación del respeto a los otros, cuando son pobres y no tienen fuerza para defenderse. Con eso, naturalmente, los derechos de los niños no existen en esta Europa que organiza tan bien competiciones deportivas…

Y aquí quisiera recoger algo tuyo, que es muy de aplaudir, pero deberías mirar de ampliar: el 304. Esos números que tú marcabas con tus dedos, son el final de la cifra que indica el distrito postal de Rocafonda (08304), tu barrio marginal y conflictivo de Mataró, poblado casi solo de africanos, y al que no quieres renunciar, sino de alguna manera exhibir, cuando celebras tus triunfos. Te aplaudo por esa solidaridad con los tuyos.

Pero te sugiero que esa solidaridad debe ampliarse. Estos días he soñado que Nico Williams y tú, fundabais una institución (que podría llamarse: 304 millones) dedicada totalmente a la ayuda a la infancia mísera, maltratada y perseguida. Allí irían a parar parte de vuestros ingresos (que ahora habrán crecido astronómicamente), y toda la admiración y el afecto que pretenden mostraros los que ahora os aplauden (o al menos parte de ellos).

Pensadlo ambos; pero yo me creo en el deber de avisaros de que eso no os traerá tantos aplausos como los goles marcados en Alemania, sino más bien algún desprecio y acusaciones de traidores, comunistas y otras etiquetas de esas con las que bastante gente argumenta en Europa. Aunque un mínimo de afecto más hondo y más serio también lo conseguiréis.

Esta sería mi primera petición: fundar la ONG “304 millones”. Ahora, si me lo permites, te sugeriré dos cosas más que creo pueden serte muy útiles.

2.- En segundo lugar una propuesta muy seria, aunque temo que no me harás caso porque es muy difícil: pero haz lo que tu padre te indique. Te pediría que no aceptes participar en anuncios, aunque te ofrecerán por ello tanto dinero o más, del que puedas ganar en el fútbol.

Nuestra sociedad ha decidido llamar publicidad a lo que es en realidad propaganda, es decir: mentira. Ellos dicen que solo pretenden “informar”. Pero cuando uno de los que trabajan en este campo no consigue “vender”, lo despiden. Y es que vivimos en una sociedad DE mercado (no meramente CON mercado): lo cual significa que prácticamente todas las relaciones entre las personas son mercantiles. Y sociedad de mercado significa simplemente sociedad de engaño. Y ese engaño facilita lo que se ha llamado una “sociedad del descarte” y “un sistema que mata”.

Para colocarle a la gente un producto que en realidad no necesita, va muy bien que vean que ese producto lo usas o lo recomiendas tú (o Nico, o Carlos Alcaraz…). Por eso verás (o quizá habrás visto ya) que te pagan por un anuncio cifras impresionantes que luego, naturalmente repercutirán en el precio del producto. Y de hecho, cuando un producto es útil y necesario acaba propagándose por sí mismo; pero como la mayoría de las cosas que se producen son inútiles y superfluas (porque solo se produce para aquellos que pueden pagar), pues hay que ver cómo se coloca el producto. Y te confieso que alguna gran figura de nuestro deporte, admirable además por su sensatez y su humildad, me decepcionó mucho cuando le vi haciendo anuncios.

3.- Finalmente, querido Lamine, déjame darte un último consejo rápido: por favor no te hagas tatuajes. Es una moda que ha corrido sin frenos, que solo refleja la necesidad de llamar la atención que tienen casi todas las personas, y que es tan fácil de poner como casi imposible y carísima de quitar. Antes se hablaba de la indisolubilidad del matrimonio, ahora hemos pasado a la indisolubilidad del tatuaje, que dura mucho más que el amor.

Por mi entorno corre el chiste de un señor que dice a una señora “me gustaría verle el culo”. Ella responde airada tachándolo de abusador y lujurioso. Y él se justifica diciendo: perdón señora, no se lo he dicho por ningún motivo sexual sino solo para saber si lo tiene tatuado también; porque en todo lo visible de su cuerpo no queda milímetro sin tatuar…

También te confieso que el gran Messi me decepcionó cuando un día apareció con todo su brazo izquierdo tatuado. Luego me explicaron (y no sé si es cierto) que alguna empresa de publicidad le había obligado a ello. No sé. Pero veo que lo que quizá pudo comenzar por el dolor de una persona concreta que quiso grabarse en el brazo el nombre de alguien muy querido y a quien había perdido, se ha convertido ahora en el emblema de nuestra estupidez social.

Y nada más muchacho. Para entender bien lo que he querido decirte no olvides que “el tiempo corre que es un primor” (como canta una canción española), y que también tú (tan grande hoy), pasarás un día no muy lejano. Pasarás sí: hoy Messi ya está casi pasado y, antes de él, Luis Suarez, Butragueño, y nombres como Basora o Gento o Santana y Severiano Ballesteros…, de los que ya nadie se acuerda.

Pero hay algo de lo que nunca podemos pasar: que aunque un dia vayas decreciendo y acabándote como futbolista sigas creciendo aún en calidad humana. Ese es el verdadero partido de nuestras vidas. Y te diría que si llegaste antes de tiempo a la mayoría de edad futbolística, también estás llamado a llegar antes de tiempo a la mayoría de edad humana. Sin perder tu sonrisa, por supuesto.

Un abrazo y perdona si te di la lata.


[1] La media habitual de población infantil se sitúa en torno al 28%. En España apenas llega al 14%.