Juicio y sentencia de JOH
Llegó y se enterró la sentencia a Juan Orlando Hernández. La sentencia corrió como pólvora en las redes sociales, en los contenidos de los memes de las redes sociales unos celebraron y otros manifestaron descontento por la cantidad de años a los que fue condenado. Pero la pólvora no duró ni una semana. Para no quedarnos en los memes, destacamos que el juicio y sentencia desvela al menos seis cosas:
Primera. No se condenó a cualquier criminal, sino a un ex presidente de república. Hablamos de una persona ambiciosa de poder y dinero, formada académicamente en Estados Unidos, puso su talento al servicio del modelo, lo explotó al máximo y fue perdición. No se condena a un inocente, no se condena a un personaje de la élite criolla o de origen palestina. Se condena a un criminal, que hizo lo que tuvo que hacer para enriquecerse.
Segunda. Su condena desnuda un aspecto del modelo económico. El neoliberalismo es concentrador de riqueza y no puede operar sin la corrupción y las personas ambiciosas no dudan en andar ese camino. Es mentira lo que dice los operadores del modelo, que todo lo que tienen es fruto de su trabajo, porque la realidad evidencia que honradamente podés matarte trabajando y nunca vas acumular riqueza, un ejemplo de esto son las obreras de la maquila. Juan Orlando lo supo, y movido por su ambición se fue por el camino rápido.
Tercera. El condenado fue socio e instrumento de las elites extractivas y financieras. Mientras pasó por el Congreso y casa presidencial, se entregaron concesiones mineras e hidroeléctricas de manera ilegal y violenta. Fue el operador responsable de impulsar el extractivismo y la Policía Militar del Orden Público para proteger sus propios intereses y sus aliados.
Cuatro. En el juicio y en la matriz mediática se observan tres narrativas sobre el narcotráfico. Se habla mucho de narcotráfico asociado a los grupos criminales comunes, pero se oculta la relación del narcotráfico con la política y los políticos, así como la relación entre narcotráfico y economía. Y el juicio lo confirma, se condenó a JOH por sus actividades de conspiración para mover droga a Estados Unidos, pero no hubo una línea de investigación y acusación sobre su relación con el sistema político y menos con el sistema financiero donde se lavan las ganancias de la venta de la droga.
Cinco. Su condena desnuda la institucionalidad del país. Juan Orlando sigue como inocente para el sistema de justicia, desnuda los niveles o pactos de corrupción e impunidad del país. Pero también te desnuda algo más profundo, JOH aprobó su propio andamiaje jurídico para la concentración del poder en el Congreso y siendo Presidente de la república. Y casi todas esas leyes siguen vigentes. Así como está vigente la Policía Militar de Orden Pública y la militarización de la sociedad.
Seis. El juicio también desnuda la sociedad hondureña. Queda la impresión de que al criminal que se juzgó no es hondureño, porque la condena se quedó en memes, se queda en el desahogo del momento, parece que no comprendemos la dimensión del daño que hizo al país y el tiempo y el costo pagaremos para superar todo lo destruido.
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