Nuestra palabra
Miércoles, 26 Septiembre 2018

A conflictos profundos, respuestas profundas

La base del modelo de desarrollo de la élite empresarial en asocio con transnacionales y con la burocracia política hondureña se sustenta en las inversiones en la industria extractiva y en la privatización de los bienes públicos y comunes.

Por su parte, La base de la organización de varias decenas de comunidades a lo largo del territorio hondureño se sustenta en la defensa de sus bienes, su tierra, sus territorios, sus tradiciones y su cultura. Esto supone el rechazo frontal a los proyectos extractivos y por consiguiente al modelo de desarrollo que defienden e impulsan las élites hondureñas.

Nombres como Raitoca, Guapinol, San Andrés, Azacualpa, Jilamito, Pajuiles, Locomapa, Trascerros, Nueva Esperanza, Florida, y muchos más, vienen sonando en los medios de comunicación, especialmente en las redes sociales. Estos y muchos otros nombres simbolizan miles de rostros de mujeres y hombres que se han levantado en pie de testimonio en contra de acuerdos, contratos y concesiones que el gobierno estableció con empresas nacionales o transnacionales, sin contar con las comunidades y que afectan directamente el presente y futuro de las vidas de miles de personas.

 Así las cosas, el conflicto fundamental, de fondo y de mayor consecuencia para nuestro país se sitúa aquí, en un modelo de desarrollo basado en la industria extractiva y privatizaciones de bienes públicos que confronta, sin resolver, a élites empresariales, transnacionales y políticos, por una parte, con comunidades y organizaciones sociales que rechazan este modelo y defienden sus bienes y territorios, por otra parte.

En un conflicto así, el peligro más grande es que los sectores que tienen el poder y la mayor capacidad de decisión, desprecien a los contrarios, los califiquen de intransigentes, revoltosos y enemigos del desarrollo, los discriminen, usen los medios de comunicación para desacreditar sus luchas, y usen los cuerpos armados del Estado y los grupos armados privados para reprimir y generar miedo. La creación de la Fuerza de Tarea para responder a conflictos extractivos por parte del régimen es el peor ejemplo para solucionar los conflictos.

 Un conflicto de un tamaño tan grande no se resuelve con represión. Esto traerá solo sangre, pero en lugar de resolver, agudizará la confrontación. Es necesario que se avance con prontitud a restablecer un auténtico orden constitucional para que se conforme una verdadera mesa de diálogo para tratar el asunto del modelo de desarrollo que necesitamos en Honduras, puesto que es el factor decisivo de la actual conflictividad hondureña.

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