Jueves, 16 Marzo 2023 

Ciclos extractivistas en Honduras

Desde que nos formamos como República, hace 200 años, Honduras ha pasado al menos por tres ciclos extractivistas. Un rasgo común en los diferentes ciclos ha sido cooptación del Estado por las élites impulsoras. Aunque no hay ciclos puros, organizar la explotación de los bienes naturales en esta lógica puede ayudar a situar el momento que vivimos.

Un primer ciclo corresponde principalmente a las últimas dos décadas del siglo diecinueve y las primeras cuatro décadas del siglo veinte. Hablamos del ciclo minero conocido como el enclave minero, centrado en la extracción de oro y plata por empresas trasnacionales mineras de Estados Unidos, como la Rosario Mining Company.

El segundo ciclo extractivista corresponde a la extracción de la fuerza de trabajo de los obreros y obreras. Este ciclo abarca todo el siglo veinte hasta la actualidad. Comenzó el ciclo con la concesión a la United Fruit Company y culminó con el enclave maquilero de la Fruit of de loom. Este ciclo lo dinamizó el magnate de la bananera Samuel Zemurray quien dijo: “Es más cara una mula de Kentucky que un diputado hondureño”.  Un período que se caracteriza por la entrega de las mejores tierras para la producción de banano y para los textiles instalando un espejismo de bienestar que a largo plazo se transformó en trabajadores enfermos, sin derechos laborales y un país de remolque de las transnacionales.

Un tercer ciclo corresponde a la extracción de minerales y las concesiones de proyecto hidroeléctricos. Comenzó el 2007 cuando Consejo Hondureño de la Empresa Privada, (COHEP) centró en su plan estratégico la acumulación de riqueza a partir de los bienes naturales. La crisis económica mundial de esos años se amortiguó con las materias primas y Honduras no se escapó de la ola.

Corría el año 2009, cuando se dio un golpe de Estado en Honduras, la crisis política fue la fachada para las elites controlaran toda la institucionalidad y ponerla al servicio de su nueva apuesta económica. En los seis meses de vida del régimen de facto no hubo lluvia de peces en Yoro, pero si una copiosa lluvia de concesiones para proyectos mineros, hidroeléctricos, eólicos y fotovoltaicos, violando todo el andamiaje jurídico y excluyendo a las comunidades.

Este ciclo se sintetiza en la frase “Honduras abierta a los negocios”, como expresión máxima de la subasta del territorio nacional, siendo las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) el cebo para los inversionistas. Así hemos estado, diría Rubén Blades, “Parado un país portátil/con héroes falsificados/ideales hipotecados/ y total mediocridad”.



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