Nuestra palabra

Jueves, 23 Mayo 2019

Otro grito en el desierto

Desde el ERIC y Radio Progreso llevamos rato advirtiendo que estamos viviendo una emergencia nacional. Emergencia que se expresas en los miles de hondureños hambrientos, enfermos y mal educados. Miles de hondureños han abandonado el campo, caminaron a los centros urbanos y decenas de miles están huyendo del país.

No hablamos de cualquier emergencia, hablamos de una emergencia humana provocada esencialmente por la burocracia política que administró el país en la última década y por la aplicación del neoliberalismo en su etapa extractiva. Es una emergencia que tiene como base la productividad y la concentración de riqueza en pocas manos. Hablamos de una emergencia provocada, esencialmente, por la avaricia de unos pocos, quienes han impuesto sus negocios y decisiones con la magia de la corrupción, la violencia y el hambre en las mayorías empobrecidas.

La ilegal reelección, el fraude electoral, la crisis energética, la crisis en educación y salud, las diarreas legislativas, la aprobación del nuevo Código Penal, las concesiones mineras, las concesiones hidroeléctricas, la excesiva inversión en militares y policías, la inversión en tecnología para vigilar a la ciudadanía, la criminalización de la protesta y las caravanas con rumbo a Estados Unidos son rasgos inequívocos de la emergencia nacional que vivimos.

Recordando Nuestra Palabra de ayer, los cuatro actores que de verdad deciden y mandan, son la reducida élite oligárquica, las transnacionales, el narcotráfico y el gobierno de los Estados Unidos. Estos cuatro actores son los máximos responsables de la actual emergencia, al tiempo que son ellos los principales conductores y beneficiarios de la emergencia.

Esta emergencia no se resuelve con bolsas solidarias, con bonos y códigos verdes, azules o rojos, tampoco se resuelve con intervenciones militares israelitas, ni con procesos electorales conducidos con los mismos actores, porque todas esas iniciativas solo profundizan la emergencia.

Al ser una emergencia “hecha en casa” la salida también debe salir de casa. Esta emergencia requiere situarla en el marco de una salida negociada entre todos los actores sociales, una salida que implica un gobierno de transición, un nuevo proceso electoral con nuevas reglas y nuevos conductores del proceso, esta salida también implica nuevos consensos en materia fiscal y una revisión de todas la concesiones y privatizaciones de los bienes públicos.

Para bien para mal, no tenemos más caminos: o seguimos la ruta de la incertidumbre y la destrucción o dejamos nuestras miserias humanas y ofrecemos nuestros brazos y corazones para recuperar la vida, la dignidad y la alegría de nuestra gente.

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