Síndrome Adámico de la mitocracia

Según su concepción más básica la mitomanía es mentir de forma compulsiva llegando a ser una patología. El término proviene del francés “mythomane”, que es un trastorno psicológico que obliga a falsear la realidad y así lograr volverla más soportable y tener, como consecuencia, una imagen distorsionada de lo que hace o representa. El delirio de grandeza, también está íntimamente vinculado a dicha patología. De gusto no es aquella frase de “la Honduras de allá y la Honduras de acá”.

El otro mal que padece el gobierno inconstitucional de Juan Orlando, es el síndrome Adámico, que no es otra cosa que echarle la culpa a los demás, rehuyendo así de su propia responsabilidad, en el incendio de país que tenemos. Por arrogancia, por ignorancia o por pura maldad, pero siempre van a ver el mal y la culpa en los demás, nunca en ellos.

Para don Juan Orlando Hernández y los grupos de poder que lo sostienen, llámense empresarios, gente de sociedad, diplomáticos, religiosos y militares, nunca habrá más responsable de los desastres de país, que las izquierdas radicales, los comunistas, los ambientalistas o defensores de derechos humanos. Esos siempre van a ser los depositarios de los odios que los desbordan.

Pero en el gobierno, no. Nunca serán los responsables de las equivocaciones de políticas públicas y antihumanas. La privatización siempre será mejor que el sentido de lo público. Al igual que Adán, que culpó a Eva de haberle dado del fruto prohibido, el gobierno señala a los propios migrantes de ser los responsables de su pobreza, inseguridad y exclusión. Que ellos no han sabido ver esa otra Honduras de bonanza que miran los que gobiernan el país.

Y en esa otra Honduras de bonanza, es en donde comienza su otro padecimiento: la mitomanía. Estar mintiendo permanentemente, falseando datos, doblando cifras, manipulando números. Y los medios de comunicación convencionales, están haciendo el trabajo que corresponde para seguir siendo uno de esos pilares que sostienen al actual régimen.

Una noticia emanada de un diario local, puede ser una bomba con alcance hemisférico, cuando las grandes maquinarias mediáticas, citan, sin rigurosidad alguna o total desprecio a los rincones más escondidos de la ética y la comprobación de la fuente directa, cualquier información que desnaturaliza la humanidad de una caravana de sueños y realidades egoístamente olvidados.

Por eso, el gobierno debe dejar de mentir, debe dejar de gobernar desde las mentiras. Este pueblo no merece que se le acompañe y gobierne desde la mitocracia y el síndrome Adámico.