Si antes se señalaba a un Estado débil en la investigación y aplicación de la justicia en los casos de femicidios y también se le señalaba por la desprotección hacia las mujeres, las cosas no han cambiado para bien, sino que han ido empeorando. La preocupación gira en torno al aumento de los asesinatos, las persecuciones, los atropellos y las desapariciones de mujeres en el país.

“Desde el 2009 hasta el 2015 se reportaban 3500 mujeres asesinadas. Esto quiere decir que se están asesinando unas 500 mujeres al año, y esto nos debería de dar una alerta y decir lo que está pasando en el país, por qué está aumentando la violencia hacia las mujeres” dijo la abogada Merari Ávila quién es parte de la Asociación de Jueces por la Democracia, AJD, desde donde trabaja la campaña acceso a la justicia para las mujeres.

Las mujeres son víctimas de dos grandes focos de violencia. Una violencia cultural producto de la clase de sociedad que se tiene predomina el machismo y la desvalorización de la mujer por el simple hecho de ser mujer.

También se enfrentan a la violencia estatal en la que a la mujer no se le permiten los espacios de participación requeridos a pesar de tener más capacidades que los hombres. El Estado las reprime con leyes y se adueña de sus cuerpos al tomar decisiones en contra su dignidad.

“La violencia estructurada por el sistema patriarcal impuesto y reforzado por las entidades estatales hacen que todos los días las mujeres, desde que se levantan, sufran todo tipo de violencia” expresa la abogada Ávila.

Según la defensora, si no se toman medidas ahora para contrarrestar esta cultura, estamos construyendo una sociedad con un futuro incierto en el que las mujeres seguirán siendo perseguidas, pisoteadas, sometidas y abusadas, y por supuesto asesinadas.

Desde Radio Progreso (RP) hemos diálogo con la abogada Merari Ávila (MA) sobre la realidad que viven las mujeres en una sociedad violenta como la hondureña.

RP. ¿Cuál es esa realidad de violencia que viven las mujeres?
MA. La violencia estructurada por el sistema patriarcal impuesto y reforzado por las entidades estatales hacen que todos los días las mujeres, desde que se levantan, sufran todo tipo de violencia.

RP. ¿Qué dicen las estadísticas con respecto a los asesinatos de mujeres?
MA. Desde el 2009 hasta el 2015 se reportaban 3500 mujeres asesinadas. Esto quiere decir que se están asesinando unas 500 mujeres al año, y esto nos debería de dar una alerta y decir lo que está pasando en el país, por qué está aumentando la violencia hacia las mujeres.

RP. ¿Cuáles son las violencias que las mujeres están sufriendo actualmente?
MA. La violencia que todos conocemos como la violencia doméstica en la que se encierra la violencia sicológica, la violencia económica y la violencia física. Pero están las otras violencias públicas como el acoso sexual en los centros de estudios, en los centros de trabajo, en las calles incluso.

RP. ¿La violencia tiene rostro de mujer?
MA. Pues sí. Por ser mujer soy discriminada. Por ser mujer y ser negra soy discriminada. Por ser mujer, negra y pobre soy discriminada. Es casi siempre las mujeres y las niñas las que tienen este rostro.

RP. ¿Cómo analiza usted la cobertura de los medios sobre la violencia a las mujeres?
MA. Están los medios de comunicación que informan sobre que fue asesinada y andaba a tales horas, que venía saliendo de una fiesta, o venía vestida de esta forma. Que los medios puntualicen en eso hace que el lector sienta que se merecía ser violada o ser asesinada por lo que escribe el periodista o por el que edita la noticia. Esto hace que esa violencia se reproduzca. Luego se ve en otra parte de los medios donde se ven cuerpos de mujeres semidesnudos vendiendo llantas o promocionando algún producto. Todo es contradictorio.

RP. ¿Qué es la mujer para la sociedad?
MA. El mensaje que nos mandan es si ayudas con tus deberes, que tampoco son remunerados, como es el trabajo doméstico. La mujer es vista como una cosa. Cualquier hombre se siente con derechos de acosar a una mujer o decirle lo que sea. En esta sociedad, los hombres se sienten propietarios de las  mujeres, y eso nos convierte en cosas.

RP. La justicia, ¿cómo trata a la mujer?
MA. En Honduras es una justicia clasista. Desde que a una mujer se le restringe su forma de vestir, que se le impida ir a una audiencia porque no anda vestida “adecuadamente” se nos violenta ese derecho a la justicia. Eso hace que nos discriminen por el hecho de ser mujeres, por la forma en como vestimos.

RP. Usted lidera la campaña de acceso a la justicia para las mujeres, ¿qué buscan?
MA. Uno de los objetivos es que las usuarias puedan empoderarse y decir yo tengo derecho a que se me trate con dignidad, tengo derecho a que se me trate con respeto desde el momento en que pongo un pie en los palacios de la justicia de mi país. Otro de los objetivos es poder concienciar a los operadores de la justicia para dar un trato amable, respetuoso y una respuesta pronta a los casos. Y eso no se cumple en los juzgados a pesar de que existen acuerdos internacionales.

RP. ¿Cómo visibilizan la campaña?
MA. Básicamente con conversatorios en los juzgados, y también con conversaciones directas con las usuarias.

RP. ¿Qué deuda tiene la sociedad con las mujeres?
MA. La deuda más grande es no querer ver la violencia y que haya normalizado la violencia. Que ya no nos duela, que ya no nos conmueva o no nos indigne todo lo que pasa con las mujeres. Cuando la sociedad empiece a alzar a la voz, y no solo las mujeres, y digan que ya estamos cansados de esta violencia, va ser una deuda que va seguir aumentando.

RP. Y si no cambiamos, ¿qué nuevas generaciones estamos formando?
MA. Va a seguir este ciclo de violencia, incluso se va a reforzar mucho más. Si no queremos entender que la mujer tiene un espacio en la sociedad, y si no queremos entender que también hacemos que los países se desarrollen, que el mundo se desarrolle, si eso no se quiere entender entonces estos ciclos de violencia van a seguir siendo más fuertes.

RP. ¿Con qué tipo de seguridad sueñan las mujeres?
MA. Con una seguridad de salud, donde las mujeres puedan ir a los hospitales y recibir una atención con todos sus medicamentos. Una seguridad en educación, que pueda acceder a ella sin preocuparme porque me van a acosar, incluso poder caminar por las calles libres sin ver tantos hombres armados. Soñamos con una seguridad en mi trabajo, en mi casa, seguridad en todos los espacios públicos.