En su libro “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo plantea implícitamente que “el fin justifica los medios”. Aunque el autor nunca expresó tal frase, el espíritu de su obra desarrolla esta premisa. Cabe destacar que la interpretación de este silogismo ha dado pie a acciones malvadas, hipócritas y por consiguiente mal intencionadas. Ciertas conductas éticas han sido malformadas como resultado de su insana aplicación.
Ahora bien, no es del todo descartable la propuesta de justificar ciertos medios para lograr determinados fines, sobre todo cuando se trata de aplicarla en la acción política, especialmente en escenarios tragicómicos como el hondureño. Si bien Aldous Huxley afirmaba que «el fin no puede justificar los medios, por la simple y obvia razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines producidos», en la cotidianeidad política hondureña no siempre se examina la naturaleza de los fines y como es de suponerse los medios son los que menos importan en el afán de obtener determinados fines.
Entonces, ¿se debe reparar en los medios para lograr los fines? Sí, pero cuando de política se trata se debe abandonar el ascetismo y actuar en función del bien colectivo; reitero, en función del bien colectivo. Es decir, cuando los fines son buenos y deseables para la mayoría de la población los medios son justificables.
En el contexto político hondureño donde el horizonte es gris y se augura la aparición de una dictadura desfavorable para la mayoría de los ciudadanos está de más decir que se debe frenar a toda costa la instauración de tal régimen político. En este caso, hay un fin bueno y deseable para el 90% de los hondureños que consiste en evitar la imposición deun señor que con fraude y sobrado cinismo se robó las elecciones anteriores y que no conforme con esto amenaza con seguir al frente de nuestra empobrecida nación. Los medios para detenerlo son justificables.
Votar por el candidato a la presidencia y por algunos candidatos a diputados del Partido Innovación y Unidad (PINU) y otros del Partido Libertad y Refundación (LIBRE) que conforman la Alianza de Oposición contra la dictadura es un medio útil y necesario, por lo tanto justificable. Cabe señalar que no se trata de votar en plancha por los candidatos de uno solo de los dos partidos sino de saber combinar. El voto en plancha no es una práctica democrática. Cuando un elector marca por todos los candidatos a diputado de un solo partido político cercena su propia capacidad de castigar o premiar con su voto a los aspirantes a un cargo de elección popular. Es por ello que las insinuaciones o las solicitudes de los diferentes candidatos a la Presidencia de la República de marcar con la “rayita continua” no abonan en nada a nuestro infértil terreno de la democracia.
La pandilla azul, saqueadora de los fondos del Estado, lo promueve incansablemente pues lo que quiere es configurar un Congreso Nacional homogéneo, acorde con los intereses del señor que anhela nuevamente la roboelección. Ante esta situación, la Alianza de Oposición contra la dictadura que encarna el sentimiento antireeleccionista de más de la mitad de la población hondureña tiene el deber de contrarrestar la intención azul de saturar de pitufos el Poder Legislativo. Por el contrario, este poder del Estado se debe nutrir de diputados con una agenda legislativa plenamente amigable con los electores. Estos diputados deberán salir de los partidos de oposición.
Si el señor que actualmente ocupa el sillón presidencial no respeta la soberanía popular en estas próximas elecciones y se negase a dejar la Casa Presidencial habrá que tomar otras medidas para evitar la dictadura. ¡Quién sabe qué medidas! ¡Lo importante es que el fin justifica los medios!21 de octubre de 2017.