Jerson Martínez,

Estudiante Universitario.

07 de junio de 2019


 

Las últimas semanas han sido decisivas en la historia de Honduras. Ha sido el grito de un pueblo inconforme, que ha sonado más allá de sus fronteras. Un pueblo harto de abusos, que no quiere saber nada más de corrupción e injusticias en su contra.

La consigna ha sido clara: “salud y educación pública” y con ésta, la más popular entre los hondureños y hondureñas desde que, en la marcha de las antorchas del 2015, explotara en un grito unánime para expresar la exigencia hasta ahora vigente: ¡Fuera JOH!

Este grito se ha hecho escuchar ahora entre quienes dirigen la Iglesia Católica en nuestro país, la Conferencia Episcopal de Honduras.

La voz de los Obispos y sacerdotes que se levanta hoy en favor del Pueblo al que han prometido servir, es como el grito de monseñor Romero: grito profético en medio de un mundo herido por el pecado de la injusticia.

La palabra de los Obispos y sacerdotes hondureños confirman su preocupación por la dura realidad en que viven sus hermanas y hermanos, confirma el sentir y pensar de la mayoría del pueblo.

El sentir de la catequista que enseña a sus niños y niñas la fe en Jesús y que por esa misma fe se siente llamada a creer y a luchar por un mundo diferente.

El sentir del delegado o delegada que, por su fe en el Dios de los olvidados del mundo, se siente obligado a hacer de las Palabras de Jesús un grito vigente en favor de sus hermanos y hermanas pobres.

El sentir de un Pueblo que por su fe en el Dios de la Vida y no de la muerte, hace de un candil encendido en una vara de bambú, su cirio pascual: la llama ardiente que les recuerda el amor de su Dios.

Amor y fe que les exige trabajar por un mundo más humano en el que se cumpla la voluntad de Dios que no es otra, sino que «sus hijos e hijas vivan» (san Irineo, mártir) y vivan en abundancia (Juan 10, 10).

Ojalá a partir de comunicado emitido por la Conferencia Episcopal de Honduras todas las parroquias a través de sus párrocos y consejos parroquiales puedan convocar a una acción unánime por Honduras. Que alcen las voces en el nombre de Dios, como lo haría monseñor Romero, por los derechos de un Pueblo que desea ver en su cielo el amanecer del sol de la justicia. Como lo han hecho muchos hombres y muchas mujeres en otros lugares y momentos de la historia que han alzado su voz en favor de los pobres… y más aún como lo hizo un hombre hace varios cientos de años, cuyas palabras hoy tienen vigencia. Hombre cuyo proyecto de sociedad fraterna y justa, ha movido a muchos más a trabajar por eso a lo que nosotros los cristianos y cristianas llamamos «Reino de Dios». Ese hombre es Jesús y creer en su Dios exige creer y luchar por un mundo más justo.


Jerson Martínez,

Estudiante Universitario.

07 de junio de 2019