Melissa Cardoza, junio de 2019


Este mayo del 2019 será recordado porque caminos de lucha digna y valiente fueron emprendidos, otra vez, por miles de personas que reconocen la fuerza de sus intentos que se acumulan en el tiempo y el sentipensar común.

Otros mayos resuenan, nos hablan de otras victorias en distintos capítulos de la historia nacional.

En respuesta a esta fuerza popular, los mecanismos represivos del régimen han enarbolado discursos de violencia justificada por personajes criminales que lo representan y que deberían ser ellos los procesados por múltiples delitos.

Las mujeres que son rostro y palabra del Colegio Médico de Honduras, han puesto al frente del movimiento actual una serie de voces tan novedosas como inspiradoras para el desesperanzado corazón de la gente de este país que tanto anhelamos el bienestar como hábito y no como privilegio.

Palabras serenas y certeras de mujeres como Suyapa Figueroa tienen una forma de expresarse que no es el de la dirigencia que conocemos, viene de otro lado, pero llega al mismo cauce. No puede ser privatizado lo que al pueblo le ha costado.  Palabras que suenan a inclusión, a democratización, a vientos frescos en las avenidas de la movilización social asida a las necesidades primerísimas como son la salud y la educación, que no parecen habitar los destructivos vicios del vanguardismo y la intolerancia, por lo menos todavía. Primera lección para nosotras.

A muchas, el gremio médico nos parece antipático, no sólo porque vemos cómo gran parte de sus miembros se convierten en ricos a costa de la enfermedad que abunda en este país, también nos han caído mal porque cuando tenemos que llegar a los hospitales públicos tantas veces ni nos miran, y mucho menos se permiten hablarnos con paciencia y consideración en circunstancias que siempre son muy vulnerables.

Por eso es que ahora que salieron con sus batas blancas a decirnos, No puedo atenderte porque no tengo con qué hacerlo, a expresar cómo viven la miseria todos los días en sus centros de trabajo, sentimos que hablamos entre la misma gente que deseamos ese otro país, que tanto les duele a ellos como a nosotras y que hoy podemos decirlo y escucharlo.

Es poderoso conocer de cerca la politización de una parte de ese gremio que denuncia el proceso de privatización como eje del neoliberalismo juanorlandista tan solicito con el fondo monetario internacional,  y nombra a quienes se enriquecen con ese proceso.

Sus palabras han levantado los ánimos masivos repartidos en luchas todas necesarias e importantes, fragmentadas en geografía e intentos, porque no es fácil juntar confianza y rebeldía en un mismo paquete con un pueblo tan herido donde confiar no es práctica.

Esta señora, Suyapa, de aspecto sonriente, de palabra fresca y precisa, sabe juntar sus saberes con su verbo ante dictadores, policías y variopintos jefes de partidos que no están acostumbrados a respetar  a las mujeres que no les sirvan,  ni alaben ni salgan a defenderlos con pasión.  Otra buena lección para nosotras, mujeres que somos a veces tan sensibles con los varones de nuestros movimientos y sus actitudes machistas que deponemos nuestras propias convicciones ante ellos.

Y con ese mismo modo le habla a quienes llaman pueblo hondureño y lo hace con mucha holgura, siendo una mujer evidente de la clase media, profesional, laboriosa que para rematar se llama Suyapa, acaso podría ser más hondureña.  Otra excelente lección para quienes consideran que la gente como ella no puede conducir procesos por falta de pobreza o exceso de estudios.

Autorizarnos, es decir darnos autoría como mujeres por nuestros poderes al servicio del común bienestar es algo que las feministas mucho decimos y poco hacemos,  porque cierto que el pensamiento crítico a veces no nos lo permite, pero sin dejarlo de lado, pienso necesario respaldar a Suyapa Figueroa, por enfrentar los patriarcados de esta manera, por vincularse con la gente de su pueblo con esa convicción,  por estar amenazada seriamente de muerte, por estar cruzando un luto importante en su vida como lo es la muerte de su padre y aún mantenerse en pie y llamando a dialogar.

Agradecerle además que junto a sus compañeras y compañeros que son un colectivo de trabajo no improvisado estén haciendo posible probar otros mecanismos, maneras y gestos para una cultura política que crece hacia pactos necesariamente más solidarios, dialógicos, sólidos.

Aquí no está todo dicho en el territorio de los cambios para la justicia, el movimiento que encabeza la doctora Figueroa y que suma al magisterio, estudiantes, gente común   es una evidencia optimista que en Honduras hay muchas personas pensando la buena vida y no la desgracia neoliberal y además haciéndola posible. Suman a quienes por décadas no han parado de luchar.

El llamado reciente al diálogo por parte de la Plataforma para  la Defensa de la Salud y la Educación Pública, sin dejar la visibilidad en las calles es un timonazo que no sólo ha dejado al régimen sin escenario y público y quien sabe si hasta sin actores porque bien que están invitando a los propios funcionarios públicos,  sino que agrega este vital  elemento de asambleas y debates necesarios para construir las propuestas alternativas desde un pueblo complejo y terco como el nuestro, pues otro no tenemos.

Ojalá nos sumemos, compartamos y sigamos aprendiendo.

Melissa Cardoza, junio de 2019