Por German Rosa, SJ

La revolución tecnológica digital también ha cambiado la cultura política y ha transformado los modos tradicionales de hacer política. En los últimos años, muchos mandatarios han empleado las redes sociales como espacios privilegiados para tener acceso a los ciudadanos y a sus electores.[1] En la actualidad, el empleo de las redes sociales y particularmente el Twitter ha servido de manera eficaz en las estrategias comunicacionales con fines políticos. En la edición de Twiplomacy 2022, se identificaron los siguientes líderes mundiales más influyentes en Twitter: en primer lugar, el primer ministro de la India, Narendra Modi. En el segundo lugar, se ubica el presidente de EE. UU., Joe Biden, y en el tercer puesto el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

En América Latina, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ubicó en el cuarto lugar del ‘ranking’ global y en el primero en la región, con 6,3 millones de seguidores. Le sigue el mandatario saliente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien se posicionó en el quinto lugar de Twiplomacy, con 10,7 millones de internautas que lo siguen. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, se posicionó en el sexto lugar del listado global, con 4,3 millones de seguidores. Le siguen el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. En el noveno y décimo puesto están Nayib Bukele, presidente de El Salvador, y Gabriel Boric, mandatario de Chile, quienes tienen 4,5 y 1,8 millones de seguidores, respectivamente.[2]

Vale destacar que los líderes políticos antes mencionados tienen diversas ideologías y diferentes tendencias políticas, sin embargo, todos ellos tienen en común el uso de las redes sociales como un componente esencial y muy eficaz de su estrategia comunicacional para entrar en contacto con sus electores y la población en general.

Reflexionemos sobre la política y las redes sociales

Día a día continuamos viendo la influencia y el impacto de la cultura digital. Ésta nos imbuye con frecuencia en un mundo virtual generalizado, desencadena el delirio por las imágenes y con facilidad nos absorbe de tal manera que, sin darnos cuenta, huimos del contacto con el mundo real. La cultura digital ha creado su propio lenguaje que se ha ido difundiendo con el uso de las redes sociales. En el medio digital se habla de operaciones y no de acciones, la fragmentación social se agudiza y crecen las tendencias al aislamiento, al egoísmo y a la atomización de la sociedad. Además, se reducen los espacios para la acción común e impide

que se constituya un poder social que pueda cuestionar las informaciones o los mensajes y también la desinformación que comunican los líderes políticos o gobernantes a través de las redes sociales.[3]

Reflexionemos sobre la política y las redes sociales, y que circulan a la velocidad de la luz.

1) La cultura digital está convirtiendo la política en una práctica de impulsos electrónicos con el envío de mensajes a través twitter, whatsapp, Facebook, etc.  En algunas ocasiones los impulsos electrónicos sustituyen la papeleta electoral para medir la voluntad política de los electores. También la propaganda electoral se asemeja a la propaganda comercial. Es decir, el acto de gobernar o de hacer política se asemeja al marketing. Las encuestas políticas son equivalentes a una prospección del mercado. Los votos y la voluntad electoral son explorados mediante los datos y sondeos en las redes sociales. Y los votos negativos son eliminados mediante nuevas ofertas atractivas. Cuando esto ocurre en la política los ciudadanos ya no son agentes activos, ni ejercen su rol como ciudadanos, sino que son consumidores pasivos de un menú que se ofrece con las posibilidades bien definidas en los procesos políticos.[4]

2) La revolución tecnológica-digital nos ha llevado a construir una sociedad psico-política. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de la sociedad psico-política? Retomamos el aporte del filósofo Byung-Chul Han, que plantea que las nuevas técnicas del poder se introducen en la psique de los ciudadanos, y la convierten en su mayor fuerza de producción y de consenso social. La sociedad psico-política es aquella que tiene un sistema de hegemonía y control social que, en lugar de emplear la violencia o el poder de coacción (“el bio-poder”), utiliza un poder seductor, inteligente, con el que consigue que los ciudadanos se sometan por sí mismos al sistema vigente, o al enjambre digital del poder de turno.[5] En este sentido, se destacan 3 aspectos:

a) El ser humano no es consciente de su sometimiento.

El poder psico-político radica en que el individuo se cree libre, y en realidad el sistema ha sometido su misma libertad. La psico-política se sirve del Big Data o de los “grandes datos”, se apodera de la información que las personas le entregan voluntariamente, de forma efusiva, generosa e inconsciente.[6] Para el filósofo Byung-Chul Han, la época de la psico-política digital tiene un control más eficaz de los ciudadanos que aquel que se tenía hace unas pocas décadas y lo dice así: “Hoy nos dirigimos a la época de la psico-política digital, donde el poder interviene en los procesos

psicológicos inconscientes. El psico-poder es más eficiente que el biopoder, por cuanto vigila, controla y mueve a los hombres no desde fuera, sino desde dentro”.[7]

b) Los centros de poder político pueden así programar y controlar psico-políticamente a los ciudadanos que gobiernan.

La exploración de datos hace visibles modelos colectivos de comportamiento, de los que ni siquiera somos conscientes como individuos. Y, de este modo, abre el inconsciente colectivo que en las redes sociales se podría llamar el inconsciente digital. Así los centros de poder se apoderan de la conducta social de las masas, pues controlan su lógica inconsciente.[8]

El registro total de la vida de las personas permite que en la política estos datos y las tendencias sean utilizados para el control de los ciudadanos en los procesos electorales y también se puede manipular la opinión pública. Se elaboran perfiles personalizados, se analizan y se comprende la psique de los electores, se introduce el “micro-targeting” para dirigirse de forma personalizada a los electores y así poder influenciarlos. Los algoritmos inteligentes permiten hacer pronósticos sobre los comportamientos de los electores y optimizar los mítines. Incluso se puede llegar a comparar “el votar con el comprar”, y se hace una semejanza entre el Estado y el mercado, el ciudadano y el consumidor.[9]

Salvadoran President Nayib Armando Bukele takes a selfie during the 74th Session of the General Assembly at UN Headquarters in New York on September 26, 2019. (Photo by TIMOTHY A. CLARY / AFP)

c) El psico-poder con estos datos hace pronósticos de comportamientos de los ciudadanos y controla la actividad política.

El psico-poder permite condicionar a los internautas, controlarlos, vigilarlos a tal grado que es difícil determinar el límite de dicho control. Se capitalizan los datos que los internautas han entregado voluntariamente y también las emociones causadas a través del juego y la comunicación. Las redes sociales han convertido la libertad en una mera ilusión que podríamos expresar como una placentera “libertad esclava” parafraseando a San Agustín de Hipona.

d) El poder psicosocial controla a la actividad política para que ésta se reduzca muchas veces a la protesta, la queja, el “me gusta” o “no me gusta”.

La técnica del psico-poder consiste en que los seres humanos se sometan por sí mismos a un sistema de dominación. Y es tan eficaz porque la estrategia que se emplea es el placer y la complacencia. No somete involuntariamente a las personas, sino que las convierte en dependientes. La era digital es la era del “me gusta”.

El control emocional es el más eficaz para que la vida y el trabajo incrementen la productividad y la auto explotación, a tal grado que la era digital ha convertido todo lugar en un posible puesto de trabajo y todo tiempo en tiempo laboral. No se necesita muchas veces estar en un mismo lugar físico para trabajar, se puede trabajar a distancia y no en una oficina, una fábrica o una empresa. El círculo acelerado de la comunicación muchas veces conduce al círculo acelerado de la reproducción y la acumulación del capital. 

Las masas sociales pueden liberarse de los enjambres digitales y tener identidad y perfil propio

Las masas sociales pueden convertirse en masas virtuales con capacidad de protesta y también de propuesta. Para superar la dominación psico-política de las emociones es necesario recobrar la experiencia auténtica y el sentido más genuino de la misma en presencia de la realidad.

El futuro de la política dependerá de una acción y una práctica social que creen libremente una forma de vida liberada del poder psico-político. Se trata de realizar una política libremente creativa que se oponga a la dominación psico-política, la cual se reproduce mediante la programación y el control psicológicos. El arte de la política en la era digital es desarmar la psico-política como instrumento que domina a la sociedad, y se requiere, des-psicologizar al sujeto para que sea libre ante la manipulación psicológica y que se mueva por opciones y convicciones profundas, porque la vida no es un simple juego virtual. Se requiere un sujeto que viva de verdad y verazmente.

Las masas sociales pueden emplear las redes digitales para manifestarse y pronunciarse con una sola voz como un “nosotros”. Así tendrán identidad y perfil propio, sin constituirse parte del enjambre digital que se percibe como ruido, que no congrega ni tiene un alma propia que unifique a los internautas.

En los enjambres los habitantes digitales de la red no se congregan, se concentran como una multitud sin interioridad, son como grupos o colectivos de movimientos fugaces, inestables y volátiles. En los enjambres las masas se descomponen en puras unidades digitales aisladas.

Una masa decidida a una acción común engendra poder. De esta manera la masa es poder, en cambio a los enjambres digitales les falta esta decisión y no desarrollan energías políticas. Se puede y se debe recrear la política en la era digital para que no sea simplemente un colmenar donde existan enjambres digitales. Este desafío es apasionante y se debe afrontar con creatividad para hacer de la política el medio más eficaz que haga lo posible para logar el bien común y la justicia que tanto necesitan los grupos más afectados y desfavorecidos de nuestro tiempo.

Las preguntas fundamentales son: ¿Cómo nos situamos ante todo este influjo de la cultura digital? ¿Nos estamos convirtiendo en usuarios expertos para fortalecer la sociedad virtual de los políticos de turno? O, ¿estamos generando dinámicas alternativas que sirvan para construir sociedades verdaderamente democráticas, participativas y representativas, sobre todo, de los sectores sin poder o excluidos de los círculos de decisión política de los gobiernos?

Bibliografía

Rosa, German. Envío 21. N° 73. Abril 2023. La revolución tecnológica, el enjambre digital y el poder psico-político de la sociedad virtual global. El Progreso, Yoro, Honduras: ERIC-SJ.


[1] Ver el siguiente enlace: https://www.milenio.com/tecnologia/facebook-instagram-o-twitter-que-usan-mas-los-lideres-mundiales

[2] Ver el siguiente enlace: https://actualidad.rt.com/actualidad/451967-lideres-influyentes-twitter-ranking

[3] Ver el siguiente enlace: https://www.diariocolatino.com/la-revolucion-tecnologica-el-enjambre-digital-y-el-poder-psico-politico

[4] Cfr. Han, B.-C. 2014. En el enjambre. Barcelona: Herder Editorial, S.L., p. 73

[5] Cfr. Martínez, R. B. 2018. ¿De homínidos a post-humanos? Nuevos retos para una antropología cristiana. Burgos, España: Grupo Editorial Fonte / Monte Carmelo, p. 70

[6] Ver el siguiente enlace: https://www.diariocolatino.com/las-redes-sociales-el-nacimiento-del-bebe-big-data-y-la-sociedad-de-la-transparencia/

[7] Han, B.-C., 2014, p. 85

[8] Cfr. Byun-Chul Han, 2014, pp. 80-81

[9] Cfr. Martínez, 2018, p. 73