Antídotos para espantar fantasmas
Cuando la realidad se distorsiona, emergen fantasmas que asustan y revolotean en muchas mentes y corazones. En nuestra Honduras, la maquinaria mediática ha destapado la caja política del fantasma de que aquí nos puede pasar lo mismo que en Venezuela. Y, sencillamente, somos naciones distintas y diversas. Mientras Venezuela tiene enormes reservas de petróleo, una enorme biodiversidad y cuantiosas riquezas minerales, en Honduras, nuestras riquezas son diversas pero muy limitadas.
De igual manera, las diferencias políticas entre ambos países caen por su peso. Entre muchas otras, mientras Honduras tiene una larga tradición derechista, con una reciente irrupción del Partido Libertad y Refundación, un híbrido que arropa tanto a sectores de la derecha liberal como a la diversidad de corrientes de izquierda y centro izquierda que lidera el gobierno de la mandataria Xiomara Castro, en Venezuela Nicolás Maduro se esfuerza, en seguir, sin mucho éxito, una tradición política populista de izquierda de al menos tres décadas que lideró con mucha arrastre, el comandante Hugo Chávez.
Con la crisis de transparencia y legitimidad que se ha ahondado con la reelección de Nicolás Maduro, no podemos caer en la trampa del fantasma de que aquí ya viene un fraude electoral. Para quitarnos el miedo de eso que es apenas un fantasma, hemos de instar y exigir la creación de condiciones para garantizar un padrón electoral actualizado; conformar un sistema de veeduría con observadores nacionales e internacionales no partiditas; fortalecer la institucionalidad para garantizar que se respete la voluntad soberana de la gente expresada en las urnas electorales; conformar un sistema de información fiable, objetiva y verificable que salga al paso de falsas noticias y manipulaciones tecnológicas que confundan a la opinión pública.
El autoritarismo es otro fantasma que deambula por América Latina, y Honduras no es la excepción. Así como el dengue se puede prevenir al cien con algunos antídotos, también los autoritarismos se pueden prevenir si seguimos al menos algunos de los siguientes antídotos: uno, cuidar la independencia y el funcionamiento democrático de las instancias electorales, el poder judicial, los medios de comunicación y las organizaciones sociales y populares; dos, promover una ciudadanía robusta, comprometida y activa con la democracia y la movilización pacífica; tres, la vigilancia y veeduría electoral no partidista; cuatro, la educación mediática y el acceso a información verdadera y confiable; quinto, la reforma de las leyes electorales para garantizar elecciones competitivas y justas, así como el acceso equitativo a los medios de comunicación y el financiamiento transparente de las campañas; sexto, fortalecer la rendición de cuentas, así como mecanismos efectivos de supervisión y auditorías.
Los fantasmas no existen, pero sí personas y grupos interesados en usarlos para provocar miedo y parálisis ciudadana. Los fraudes son fantasmas que se sustentan en realidades que existieron en un pasado muy reciente. Contribuyamos a crear esos antídotos para que esos rumores se queden en puros fantasmas, y para espantarlos avancemos a un proceso electoral que sea una fiesta y un impulso para avanzar hacia la democracia y el Estado de derecho que tanto nos urge para bienestar de toda la sociedad.
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