Nuestra palabra
Miércoles, 13 de febrero de 2019

El oficio de limpia caras

Se entiende que este oficio es propio de los más cercanos personeros de la actual administración pública. El limpia caras no tiene por oficio limpiar cuerpos ni erradicar lo que produce la suciedad. Lo único que busca es limpiar el rostro, algo así como pasar un trapo sobre las partes más manchadas para aparecer como que se trata de un gobierno respetuoso de derechos humanos, cumplidor de tratados internacionales, dialogante y que se esmera en respetar leyes.

Todo con el propósito de atraer la inversión extranjera, ganar alguna confianza en un sector empresarial escéptico y preparar condiciones para seguir haciendo las mismas cosas turbias, pero con el aval y los cocteles de las entusiastas representaciones diplomáticas internacionales.

Esto se entiende que es tarea exclusiva del círculo más íntimamente cercano a Casa Presidencial. Sin embargo, las cosas se complican cuando este oficio limpia caras no lo cumple solo ese sector cachureco, sino que se extiende a grupos y sectores que incluso están identificados con la oposición, y específicamente con aquellos que se desgañitan gritando y coreando el Fuera JOH.

¿Y cómo participan estos sectores en este implacable oficio de limpia caras con el propósito de dejar toda la podredumbre intacta? Muy sencillo, embarcándose en estos tempraneros tiempos en el barco de la campaña política electoral. Y lo decimos con la mayor de nuestras frescuras: toda persona, grupo, corriente, sector, partido que en este momento esté negociando o haciendo cálculos electorales, puede argumentar con lo que quiera y hasta echar agua bendita, pero lo que está haciendo es aceptando que la política hondureña se ha “normalizado”.

Esos asuntos de la inconstitucionalidad de la reelección, el fraude, la corrupción, la maquinaria criminal que conduce el Estado, la protección de las empresas extractivistas y amenazas a comunidades enteras que defienden sus bienes y territorio, las caravanas y la desesperación de la gente por arañar lo que sea para sobrevivir, hay que seguirlos gritando, pero son asuntos de muy poca monta ante la fervorosa y hasta religiosa pasión por quiénes serán candidatos a regidores, vice alcaldes, diputados propietarios, diputados suplentes, designados a la presidencia, y por supuesto a quién vamos a llevar a la presidencia de la República. Por esto sí nos jugamos la vida, y ponemos a temblar las redes sociales.

Estamos a un poco menos de tres años para que la gente se acerque a la urna a depositar su voto, pero no hay tiempo que perder, si unos no se apuran otros nos quitan el mandado.  Estamos en modo de proceso electoral, y quien no se ponga en este estado, mejor agarra sus maritates y váyase con la caravana al norte que nos tienen prometido.

No hay mejor maquillaje para limpiar la cara de quienes conducen el Estado hondureño que el proceso electoral en su etapa prematura. Salvo escasos y aislados restos de mojicanos, la oposición seguirá gritando y vociferando el Fuera joh… pero para dentro de tres años! Y ese es el más impecable maquillaje que limpia la cara del dictador con muchísima más eficacia que como nunca lo podría hacer ni siquiera el anillo más íntimo de aduladores de Juan Orlando Hernández. Unos a la bulla y otros a la cabuya, pero todos en el oficio de limpia caras.

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