Miércoles, 20 Junio 2018

Luis Javier Santos, el Fiscal

Lo conocimos físicamente en el año 2008, en la llamada huelga de fiscales. Era entre los huelguistas el más terco, el único que se resistió con todas sus reducidas fuerzas a suspender la huelga de hambre cuando ya llevaban 38 días. Sus compañeros debieron forzarlo a que aceptara, y en contra de su voluntad y con el ceño fruncido se sometió a la voluntad mayoritaria.

Sus razones de peso tenía. Tanto sacrificio –decía—para no lograr doblegar a los corruptos. Ellos siguen intocables. Y decía con firmeza, “Si vinimos a esta huelga fue para obligar a que el Fiscal se vaya por ser protector de delincuentes, y para que salgan a luz los archivos sobre actos de corrupción. Prefiero morirme que quedarme así, sin lograr que los corruptos sean juzgados”.

Mucho antes de la huelga de hambre de 2008, Luis Javier Santos ya era noticia. Como fiscal especial contra la corrupción logró que se enjuiciaran alcaldes y altos funcionarios públicos, de manera que cuando fue a la huelga de hambre ya tenía varias amenazas a muerte entre pecho y espalda.

Unos días después de finalizar la huelga, Luis Javier Santos fue víctima de un atentado en San Pedro Sula. Los sicarios descargaron sus proyectiles sobre el vehículo del fiscal, y varias balas impactaron en su cuerpo. Lo dejaron por muerto. Gracias a los auxilios oportunos, Luis Javier Santos salvó su vida, y debió exiliarse por varios años en Europa para evitar que los asesinos lo remataran.

De regreso, su indignación por tanta corrupción e impunidad creció. Después de un tiempo de realizar su trabajo de bajo perfil, fue identificado por el entonces vocero de la MACCIH, Juan Jiménez Mayor, como la persona idónea para coordinar la Unidad Fiscal Especial Contra la Impunidad y la Corrupción, UFECIC. Y con él también contrató a Juan Carlos Griffin, ambos con una impecable trayectoria de honestidad y alta capacidad profesional.

Los hechos saltan a la vista. Las investigaciones han llevado a identificar redes de corrupción que vinculan a altos funcionarios y políticos. Los requerimientos fiscales han sellado el compromiso de estos fiscales con la verdad y la justicia, sin importar apellidos, privilegios, puestos políticos e influencias económicas.  Las vidas de Luis Javier Santos, de Juan Carlos Griffin y los demás miembros de la UFECIC están en severo peligro.

Las mafias criminales que se ocultan con máscaras de políticos y funcionarios públicos estrictamente cercanos al equipo que lidera Juan Orlando Hernández, tienen preparada la pólvora. Es gente que no perdona.

Desde Nuestra Palabra saludamos con respeto y gratitud esta labor que lidera el fiscal Luis Javier Santos, al tiempo que exhortamos a la ciudadanía responsable y consciente a que pongamos en marcha todos los dispositivos de solidaridad y cercanía para proteger la vida de estos ciudadanos que están dando muestras inequívocas de impulsar eficazmente la soberana lucha contra la corrupción y la impunidad sin importar nombres, privilegios y poderes.

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