Jueves, 21 Junio 2018

Nuevos poderes éticos y viejas prácticas políticas

No podemos negar que estamos frente a cambios importantes y reales en materia de poder hegemónico en las últimas décadas.  El poder y las manos que lo sujetan al parecer siguen intactos. Tenemos una realidad de multicausalidades que está generando diferentes y nuevas formas de micro poderes y nuevos acreedores de esos micros poderes.

Esto facilita una dicotomía extraña: existen más grupos que pueden acceder más fácilmente a esos poderes, pero también esa variedad de grupos con su proliferación de intereses, están imposibilitando que quienes no tengan los recursos y estrategias claras y concretas, no accedan a esas microcuotas de poder. Todo esto está provocando que entre las expectativas de la población y lo que realmente se puede lograr, sea una brecha cada vez más evidente.

La pérdida de confianza de la ciudadanía en la política y en los avances sociales del país, hacen necesarias microacciones, que se apoyen en redes y microeventos en los que con conexión e implicación colectiva consigan pequeños resultados poderosos e inspiradores. Necesitamos ejemplos, hechos y acciones por encima de palabras y discursos. El peso ideológico está quedando en segundo plano y se vuelve importante trazar alianzas con posibles actores que tengan acciones posibles. 

Hay que sopesar las estrategias que los partidos políticos, nuevos y viejos, han desarrollado a lo largo de estos años. ¿En qué cosas han sintonizado con las realidades de los ciudadanos?, ¿han sabido canalizar las demandas y expectativas de la ciudadanía o por el contrario siguen manteniendo la premisa de ver a la ciudadanía como votante y no como elector?

Dentro de todas las diversidades y una cultura de diálogo permanente se deben poner algunas coincidencias y consensos para sacar al país de los atolladeros políticos y sociales en los que están metidos quienes gobiernan. Así se pueden generar mínimos acuerdos que apunten a un proceso de soberanía desde los micropoderes populares y sociales.

Es imperante buscar salidas y entradas que puedan dar estabilidad para los próximos años, de no ser así, el grupo de JOH empuja al país hacia un “hara kiri político social” ya anunciado por las propias acciones impulsadas por su gobierno.

Las crisis que hemos ido enfrentando en Honduras, tanto económica, política como social, deberían despejarnos el camino para los próximos años: cualquier proceso que tenga como fin la búsqueda de soberanía y democracia será esencial para la gobernanza desde la dignidad y solidaridad de los pueblos.

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