¡Qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia! (cfr. Salmo 32, 1-8)

Así nos recuerda la palabra de Dios, cuando una persona es transparente y se guía por la verdad, el ambiente que generará es de alegría y de paz, y una sociedad en donde gobierna la transparencia se conducirá por los caminos del bienestar y la solidaridad.

Esto lo decimos a propósito de la demanda que existe en la sociedad hondureña para que se instale en Honduras un mecanismo internacional que nos ayude a luchar contra la corrupción, la impunidad y la mentira, y así abrir horizontes de transparencia.

Hemos de reconocer que no es esa transparencia el rasgo que mejor identifique a nuestra sociedad, porque la transparencia se basa en personas y sociedades en donde existe información clara, comprensible, que no se habla de una manera y se actúa de otra. Y en nuestro país es la opacidad y el ocultamiento de información lo que prevalece, y en donde el sistema de justicia  se tuerce conforme a intereses de quienes tienen poder y privilegios, y nunca en base al imperio de la ley, como dice la Constitución de la República.

En el Salmo 15 la palabra de Dios nos deja unos criterios a seguir para quienes desean vivir bajo la bendición divina, y citamos: “El que procede honradamente, y practica y hace justicia; el que dice de corazón la verdad y no calumnia con su lengua; ni hace mal al prójimo ni difama a su vecino; el que mira con desprecio al malvado, y honra a los que respetan al Señor” (Salmo 15, 2-5).

Aquí en nuestro país actuamos en dirección contraria a estos criterios, porque aquí con frecuencia alcana mayor prestigio quien más abusa de las leyes, quien más se aprovecha de sus puestos para cometer delitos y crímenes, y por eso mismo esa gente se opone con firmeza a que se le investigue y a que se descubran sus fechorías.

Una persona transparente se muestra tal cual es, y evita tener secretos que no sean de su espacio de intimidad. De igual manera, una organización transparente es aquella que hace pública la información, y no le tiene miedo a que se le investigue, al contrario crea todas las condiciones para que se conozca lo que ha hecho como funcionario público.

Una persona transparente no solo se expresa de forma clara, sino que está dispuesta a recibir críticas y opiniones de los demás, aunque no coincidan con lo que ella piensa. No se siente amenazada o atacada cuando alguien expresa una opinión diferente a la suya, sino que muestra respeto y apertura hacia los puntos de vista de los demás.

Qué instituciones necesitamos en Honduras para acercarnos a la transparencia:

Instituciones que cuenten con personas con los rasgos de la honestidad de la que nos habla la palabra de Dios que hoy hemos recordado. Y funcionarios que se esmeran porque sus instituciones cuenten con instancias contraloras, que garantizan que se cumplen las leyes y en donde se promueven las evaluaciones y revisiones sobre el comportamiento de los funcionarios.

Instituciones con personas que nunca buscan ventajas particulares, sino velan por el bien común. Y en donde hay rotaciones para evitar que las personas se perpetúen en los puestos hasta creerse imprescindibles y dueños de las mismas.

El Evangelio es muy preciso cuando advierte de la sabiduría de la vida, por mucho que se quieran ocultar los actos de corrupción, al final todo saldrá a luz, porque la transparencia brillará sobre la turbiedad y la malicia. Y así nos dice Mateo 10, 26-27:

“No hay cosa oculta que no venga a descubrirse, ni hay secreto que no llegue a saberse. Así, pues, lo que les digo a oscuras, repítanlo a la luz del día, y lo que les digo al oído, grítenlo desde lo techos…No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar la vida” (Mateo 10, 26-27.