Abrir paso a un nuevo escenario
Como estaba previsto, las elecciones y sus resultados oficiales, en lugar de aclarar el panorama y tranquilizar los ánimos en Venezuela, los han enturbiado y ha creado un ambiente en donde el debate ha sucumbido a la confrontación y a la descalificación entre los bandos. El Consejo Nacional Electoral está en la obligación de disipar las dudas y sospechas fundadas sobre el fraude. Y cuanto más tarde, el ambiente será más candente.
Conviene tener presente que los diversos sectores de la comunidad internacional, tanto de los gobiernos, organismos multilaterales, como la sociedad civil y los medios de comunicación, somos veedores de lo que ocurre en torno a los resultados electorales. Tenemos derecho a informar, debatir, opinar, cuestionar, sugerir y proponer. Pero ante todo corresponde respetar la autodeterminación del pueblo venezolano, es decir, las decisiones corresponden a la sociedad venezolana organizada en el gobierno y en los diversos sectores de la oposición y de la sociedad civil.
Puede ocurrir que este principio de autodeterminación esté socavado desde el mismo gobierno y la oposición venezolanos, pero aun en ese extremo, la no intervención en asuntos propios del pueblo venezolano ha de ser la divisa que ha de conducir a la comunidad internacional. Al existir sospecha de fraude, corresponde que tanto el gobierno como el árbitro electoral acreditar una verificación imparcial de los datos, que sustenten los mismos, porque solo con información transparente se puede evitar la desestabilización.
Es preciso que el gobierno abra puertas al diálogo con la oposición para alcanzar mínimas condiciones para la gobernabilidad, y una de las condiciones previas para el mismo es el compromiso de disipar las sospechas de fraude. Al gobierno de los Estados Unidos corresponde dar los pasos precisos para suspender las sanciones, sobre todo económicas, que faciliten políticas públicas no solo para mermar la migración sino para el retorno de los millones de venezolanos que en los últimos años emigraron primordialmente por estar económicamente asfixiados.
Los sectores internacionales de la sociedad civil y de los movimientos sociales han de contribuir a que se abra en Venezuela un nuevo escenario de entendimiento y de estabilidad. Nada ayuda arremeter con posicionamiento apasionados ya sea a favor de un bando o arremetiendo en contra del otro bando. Nada ayuda desde fuer atizar un fuego que en el interior de Venezuela ya está ardiendo.
La sociedad venezolana está urgida de solidaridad, sobre todo, los estratos sociales que cargan con las consecuencias de una institucionalidad destrozada. Exijamos tanto al gobierno como a la oposición encontrar puntos de acuerdo para evitar que la sociedad de los pobres siga cargando con las decisiones y desaciertos de las cúpulas confrontadas.
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