
German Rosa, SJ
Aquella era una noche oscura con poca iluminación de las estrellas. Los relatos desconciertan porque expresan que una luz resplandeció e iluminó el camino para encontrar a un niño en un pesebre. Sus padres iban de Nazaret a Belén de Judá para empadronarse, y así cumplir le ley del emperador romano César Augusto que tenía como objetivos la recaudación de impuestos y el reclutamiento militar. Así se garantizaba el control del imperio romano a todas las regiones bajo su dominio, incluyendo a Judea en dónde nació aquel niño. En ese contexto nació Jesús en Belén de Judá, el Mesías, tal como lo anunció el profeta Miqueas en el capítulo 5, versículo 2.
El relato de Lucas capítulo 2 nos dice que el Mesías nació en un pesebre. Símbolo de pobreza extrema y de los grupos humanos más insignificantes, descartados, excluidos. Pues no había lugar para que naciera el salvador del mundo. Así el Mesías, Jesús se identificó con los marginados y los empobrecidos.
Al niño lo envolvieron en pañales. Así resalta la vulnerabilidad y la verdadera humanidad del niño Jesús. Y refleja la necesidad de la protección y el cuidado. El Mesías, el salvador es verdaderamente humano. El resplandor de la divinidad se muestra en la verdadera humanidad del niño Jesús.
El anuncio de un ángel a los pastores del nacimiento de Jesús significa que esta noticia transcendental se hace a un grupo de personas que no tiene ninguna importancia en la sociedad de ese contexto. Los pastores fueron los primeros en recibir la buena noticia del nacimiento del Mesías, de Jesús el salvador. Los pastores pertenecían al estatus social más bajo en la época de Jesús. Hay una predilección de Dios por los más pequeños, por los insignificantes de este mundo para anunciar el nacimiento del salvador. Dios se identifica con los más pequeños y sin poder.
Y esto es una buena noticia que causa tanta alegría y esperanza en nuestro mundo ensombrecido y oscurecido por la marginación, la violencia, la injusticia y la vulnerabilidad de la humanidad.
La luz es la luz de Dios que envuelve a los pastores al anunciarles la buena noticia del nacimiento del Mesías y Salvador de la humanidad y la creación. La luz es el resplandor de la verdadera divinidad y la verdadera humanidad del niño Jesús que nació en un pesebre.
Así ocurre con tantos migrantes que van a las grandes metrópolis para buscar la tortilla y el con qué, para buscar la vida. No hay lugar para ellos. Solo muros de indiferencia, de controles migratorios, policiales y militares. Muros de concreto que separan a los que nacen en un pesebre y los que no los reciben. Sin embargo, la luz sigue iluminando en las tinieblas, es la brújula para ir, ver, acompañar y resolver las grandes necesidades de aquellos que no tienen lugar para nacer y vivir con dignidad.
¡Que la luz del niño en el pesebre resplandezca y nos comprometa a extirpar la oscuridad de la humanidad en estas fiestas navideñas!