Miércoles 26, Junio 2024  

La sentencia contra JOH más allá de JOH

Más allá de la sentencia del juez Kevin Castell contra Juan Orlando Hernández, como sociedad debemos preguntarnos si hemos aprendido lo suficiente con este proceso vergonzoso y doloroso.

Desde el golpe de Estado de 2009 la poca institucionalidad que teníamos se vino abajo y dejó grandes vacíos que fue aprovechado por el narcotráfico y la ambición desmedida de una buena parte de la clase política del país.

Así, Honduras se convirtió en un narcoestado, lo cual se vio reflejado en la profunda infiltración del narco en las instituciones, la corrupción endémica y estructural, la violencia y la debilidad del Estado de derecho.

En la última década fue evidente la aplicación selectiva de la ley, gracias a la corrupción del sistema de justicia, lo que impidió que las personas narcotraficantes fueran procesadas y condenadas adecuadamente.

El proceso mismo de Juan Orlando Hernández en Estados Unidos es un ejemplo de ello, pues el Ministerio Público de Óscar Chinchilla y la Corte Suprema de Justicia de Rolando Argueta eran simples piezas cómplices del narcotráfico.

Aunque se han realizado esfuerzos para reformar las instituciones y combatir la corrupción, estos han sido insuficientes y limitados en su efectividad, lo cual evidencia la necesidad del acompañamiento internacional.

Por ello, la sentencia contra Juan Orlando Hernández debe ser un recordatorio de tres cosas fundamentales: primero, de la necesidad de instalar la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad.

Segundo, de la obligación de la clase política de abandonar sus intereses mezquinos y llegar a un gran acuerdo nacional para fortalecer el Estado de derecho y no volver a caer en las garras de un nuevo JOH.

Tercero, del deber de la ciudadanía de recuperar los espacios públicos y ejercer nuestro poder soberano para exigir de manera pacífica y permanente la construcción de una nueva Honduras.