Mercy Ayala,

Socióloga Feminista.

30 de mayo de 2019


Hace 10 años… Un 28 de mayo se produjo la caída del puente la Democracia, una vía que conduce de la ciudad industrial más importante del país, San Pedro Sula, en el departamento de Cortés, hacia el municipio insigne de la Huelga Bananera de 1954, El Progreso, en el departamento de Yoro. Acontecimiento que más allá de evidenciar la vulnerabilidad de la infraestructura vial, cayó como presagio de un lamentable golpe de Estado, que se dio un mes después. Golpe que derribó la presunta “democracia” formal establecida en Honduras y que, desde luego, limitó que el país avanzara hacia el progreso. La realidad hondureña a 10 años lo confirma.

Honduras fue escenario de un terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter que estremeció la tierra y provocó la caída del puente. Exactamente un mes más tarde, nos despertamos con una sacudida política social en aquel histórico 2009. De un “porrazo” el golpe de Estado estremeció a la población hondureña, principalmente a la juventud que despertamos con la pesadilla del 28 de junio. El puente se cayó parcialmente, “la parte central no resistió”. De igual manera, los temblores golpistas provocaron una ruptura en el orden constitucional, concretamente el poder Ejecutivo, al sacar en pijama al presidente Manuel Zelaya Rosales. Aunque, la institucionalidad en su estructura quedó intacta; la esencia, intereses, impunidad, irregularidades, e ilegalidades del golpe siguen vigentes.

El golpismo se unió graníticamente, al menos 5 actores identificados: 1) La élite política, evidenció que más allá de la bandera y principios partidarios, lo que existía eran intereses económicos y de poder. 2) Los grupos empresariales del gran capital nacional financiaron y sostuvieron el régimen de facto, 3) Los militares, fueron la instancia encargada de operativizar el golpe, y controlar la situación post golpe. Según la socióloga Leticia Salomón, lograron crear las condiciones para la remilitarización de la seguridad pública. 4) La embajada “gringa” actuó como el aval internacional y el autor intelectual de maniobrar el tablero de ajedrez en la geopolítica latinoamericana. 5) Los medios de comunicación jugaron un rol trascendental en la opinión pública, principalmente los medios corporativos maquillaron la realidad, para pretender “tapar el sol con un dedo”. Sin embargo, el cerco mediático se rompió gracias al papel de los medios alternativos, como Radio Globo, Radio Uno y Radio Progreso, a pesar que sufrieron amenazas, cierres, y persecución.

La polarización que vivió el pueblo hondureño fue tal, que solo existían 2 polos opuestos: “golpistas y resistencia”, sin importar la clase social, grupo o familia. Sencillamente, unos en un lado del puente y otros, al otro lado. En tanto, “la resistencia al golpe de Estado” fue un movimiento social histórico, impregnado de juventud e indignación. Más que la salida de un presidente era la ruptura constitucional, los impactos del mismo y el asombro que en pleno siglo XXI siguieran dando golpes de Estado, como la fórmula eficaz para que los gorilas se consolidaran en el poder estatal. Pero, las calles se inundaron de pueblo en protesta social y consciencia colectiva, eran clases de educación popular recibidas a diario después del 28 de junio. Siendo de golpe, que las nuevas generaciones tuvimos un despertar a la vida política del país.

En cierta ocasión, un compañero de clases, molesto por las protestas de la “resistencia” y que me veía participando en las calles, me preguntó: ¿por qué has cambiado tanto? – Mi respuesta fue sencilla: Porque después de un golpe, nadie queda igual. Efectivamente, nunca podríamos volver a ser las mismas personas de antes, a pesar de que no dimensionábamos los impactos e implicaciones del golpe, ya nada era igual, nada sería igual. Al menos, el pueblo hondureño ya no era el mismo, las juventudes no éramos las mismas, pues el golpe a la institucionalidad del Estado hondureño había despertado a una generación joven que solo conocía los golpes de Estado por historietas, cuentos de padres, madres, abuelas y abuelos. Ahora lo vivíamos en carne propia, éramos mujeres y jóvenes sujetos políticos resistiendo a un golpe, que luego fueron dos (2014 con la destitución irregular de magistrados en la Corte Suprema de Justicia) y luego tres (Fraude electoral 2017).

Somos la juventud que irrumpe a la vida política nacional, producto del golpe de Estado del 2009, indignada por los escándalos de corrupción e impunidad, burlada en la voluntad popular, expulsada en caravanas de migrantes y amenazada con el despojo de la “cosa pública” y el concesionamiento de los bienes naturales. Motivos que hicieron posible el golpe, pues más allá de lo ideológico, eran los intereses y el control geopolítico que estaba en juego.

Somos una generación, que no solo aspiramos a un mejor país, que nos permita tener calidad de vida, con oportunidades y que los sueños se conviertan en realidad; aquí donde nacimos, crecimos y amamos. Sino que luchamos por sobrevivir en un país gobernado por corruptos, narcotraficantes y delincuentes, que tienen que caer por el bien de la sociedad hondureña.

A 10 años, de la caída del puente La Democracia que conduce a El Progreso, Yoro, constatamos que no se ha reconstruido. Así como, la democracia en el país sigue siendo tarea pendiente, pues a 10 años, vamos transitando de crisis en crisis. Las cuales, se agudizan y acumulan, pero no se resuelven. ¿Qué redes de poder es necesario desatar para ser posible los puentes? ¿Cómo soltar redes que sostienen al régimen político? Para dialogar y debatir sobre estas interrogantes, les invitamos este 31 de mayo a conmemorar el 39 Aniversario del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC-SJ, donde analizaremos sobre las Élites, redes de poder y régimen político de Honduras.

Finalmente, las reflexiones de esta década, nos convocan a preguntarnos: ¿Qué puentes necesitamos construir y reconstruir para volver la democracia al país?, ¿Qué puentes nos conducirán al progreso?, ¿Somos capaces de construir puentes con otros y otras, para soñar un mejor país?


Mercy Ayala,

Socióloga Feminista.