Sábado, 14 Abril 2018
Las luchas por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza están brotando desde las comunidades más humildes del país. Los pobladores y pobladoras han comprendido, porque lo viven día a día, que los bienes comunes de la naturaleza representan la vida misma de está humanidad cada vez más indiferente con los asuntos importantes que las rodea.

Para el caso, las comunidades indígenas Lencas del departamento de La Paz enfrentan una oleada de conflictos generados por la defensa de sus territorios y la defensa de la existencia misma del pueblo Lenca amenazado constantemente por el gran capital, que en nombre del desarrollo, busca despojarlos de sus bienes comunes.

Según datos que maneja el Movimiento Independiente Indígena Lenca de La Paz, Milpa, son unos 40 conflictos que hasta ahora han documentado, todos relacionados a su defensa de la autodeterminación como pueblos lencas.

Así es como los departamentos más activos en la lucha por conservar el agua, los bosques, los ríos y la tierra son aquellos departamentos cuyas comunidades y municipios saben que su conexión con la naturaleza pasa justamente por la vida misma. Y atentar contra esa naturaleza es atentar contra la dadora de vida, y las comunidades, en su cosmovisión, así lo entienden, así lo han vivido y así lo vivirán.

Y este rechazo lo confirman los resultados del Sondeo de Opinión Pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric, en el que señala que 7 de cada 10 personas consultadas afirmaron estar en contra de los proyectos extractivistas que impulsa el gobierno de Juan Orlando Hernández como el único desarrollo para las comunidades.

Las amenazas, las intimidaciones y las persecuciones han sido y serán siempre el ambiente que rodee a quienes intenten ir en contra de los intereses de las empresas transnacionales. Es lo que están viviendo los garífunas en el litoral caribe, el pueblo Tolupán en Yoro, los Indígenas Lencas de La Paz, Intibucá y Lempira, así como otras comunidades de los departamento de Atlántida, Colón y Santa Bárbara, y no digamos en el sur del país donde hasta una ciudad modelo piensan implantar.

En Honduras reina la impunidad. Prevalece la ley de los más fuertes. La persecución y criminalización contra las personas que luchan por la defensa del territorio en nuestro país va en aumento. El país, según la organización Global Witness, es el más peligroso del mundo para el trabajo de defensoría del territorio y los bienes naturales.

A pesar de exponer su propia vida, la gente no desmaya en la lucha en contra de las empresas nacionales y transnacionales que se quieren quedar con la riqueza natural. Muchos líderes, hombres y mujeres, luchan sin cesar por un país distinto. Las luchas son comunitarias, nacen desde las aldeas y caseríos, sectores postergados, abandonados y criminalizados por parte del gobierno, a pesar de eso, la defensa de los bienes comunes no para en Honduras.

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