El país de los remiendos
El peor servicio que le podemos hacer al país es querer resolverlo por pedacitos. Los hechos y datos no están aislados unos de otros. Están profundamente articulados. Los datos y los hechos se juntan no por casualidad. Todos están interrelacionados, y si nos quedamos tratando cada pedacito de país, lo acabaremos y nos acabaremos despedazando.
Cuando vemos los hechos de manera aislada, y no articulados, las respuestas no pasan de ser remiendos y las conclusiones sobre las causas fácilmente caen en lo absurdo. Si perdemos la mirada de conjunto, con facilidad podemos caer en la inútil conclusión de que si hay pobreza en el país es porque su gente es haragana, y si unas obreras de las maquilas reclaman sus derechos fácilmente se puede caer en la irresponsable conclusión de que las obreras están poniendo en peligro la inversión extranjera.
Si no tenemos los datos articulados unos con otros, por ejemplo el desempleo y la inseguridad, la salud y la educación, fácilmente podemos caer en la falsa conclusión de que la juventud se va del país porque no le tiene amor a la patria y a la familia. El sistema está configurado para que la gente se quede viendo los problemas aislados unos de otros, y eso permite que quienes tienen poder salten de inmediato a echar la culpa de la violencia y de la inseguridad solo a la delincuencia callejera y a quienes protestan reclamando sus derechos. Y la matriz mediática cumple bien este servicio.
Unir los datos nos da capacidad crítica para no irnos con la finta de que la culpa de lo que ocurre la tienen los pobres, o si hay desempleo es porque la pobretería es haragana. Ante las tomas de tierras y desalojos no podemos responsabilizar por igual a los campesinos que a quienes les toca definir las políticas agrarias; no tienen igual responsabilidad quienes cortan árboles para sobrevivir con la venta de leña que las compañías aserradoras que despalan sin piedad las reservas forestales; jamás podrían tener igual responsabilidad en un conflicto laboral, las obreras de una maquila, a quienes se les han violado sus derechos, que los empresarios maquiladores y funcionarios del Ministerio del Trabajo.
Unir, reflexionar y analizar en conjunto los datos nos ofrece la oportunidad de enfrentar y pensar juntos y con seriedad el grave problema estructural del país. Así sabremos, por ejemplo, que un conflicto ambiental, agrario o laboral no está desvinculado de un partido de fútbol o de una campaña proselitista, porque a fin de cuentas quienes están detrás suelen ser los mismos empresarios.
Este ejercicio de unir y analizar en conjunto los datos, nos conducirá, sin duda, no a confiar en primer lugar en élites empresariales y políticas, sino en poner la confianza y promover a otros sectores, los sectores sociales populares, en donde todavía podemos sembrar y encontrar esperanzas y compromisos que en altas dosis necesitamos para construir una nueva Honduras en donde toda la gente quepa con igual dignidad y con las mismas oportunidades.
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