Nuestra palabra
Sábado, 26 y 27 Enero 2019

El rechazo a la ilegalidad

La crisis política que vive Honduras está pasando a un nuevo escenario. Hay una campaña mediática en el país por hacer ver que todo está normal tras un año de la toma de posesión del nuevo periodo ilegal e ilegítimo del presidente Juan Orlando Hernández. Hasta los sectores de la llamada oposición terminaron negociando cuotas de poder para continuar cogobernando con el intruso de la presidencia.

Perdieron la oportunidad de presionar y buscar la trasformación de la institucionalidad pública y convertirla en verdaderas fuerzas de respuestas a las grandes necesidades del país, pero no lo hicieron, se sumaron a la mediocridad y les quedó como anillo al dedo.

Y efectivamente, con el vaivén que juegan los políticos opositores, en el país pareciera que todo está normal pero basta con interiorizar un poco más para darse cuenta que el rechazo hacia el fruto de la ilegal reelección presidencial, Juan Orlando Hernández, es alto y generalizado por parte de la ciudadanía, pero se ha demostrado incapacidad para transformar ese grito y ese deseo en una realidad para un país que urge de un cambio de reglas en el ajedrez político.

Siguen la persecución y criminalización de algunas caras visibles de la protesta social. Además, nunca será momento para olvidar a los caídos en las protestas contra el fraude electoral de hace más de un año, esas personas que se opusieron a ser gobernados por la ilegalidad.

Juan Orlando Hernández podrá ser el mandatario del país y para un grupo de políticos vestidos de opositores, pero no podrá ganarse el respeto y la legitimidad de la gente, es el mandatario de sus funcionarios y de alguno de sus seguidores hasta de la propia oposición incluida buena parte de la clase empresarial, en pocas palabras, podrá ser el presidente de la Honduras que lo acompaña en su ilegalidad, pero nunca de la otra Honduras que lo reclama su salida.

En un año de su gobierno, no ha tenido todas las facilidades para gobernar, es más, ha tenido que comprar gobernabilidad por medio del chantaje hacia ciertos sectores, compra de conciencia a algunos falsos líderes sociales y políticos tradicionales que negocian en nombre de la oposición. Su compra de gobernabilidad también ha pasado y seguirá pasando con la complacencia a todo lo que Estados Unidos pida a cambio de no bajarlo del poder que hoy ostenta. Aun así, no ha podido comprar la voluntad del pueblo con todos sus programas de asistencia social.

Juan Orlando Hernández es el presidente más deslegitimado de la historia y para sostenerse en el poder necesita de las armas, el chantaje y el soborno. Frente a él tiene a toda una ciudadanía indignada, que se siente defraudada y robada. Muchos hoy tomaron el camino hacia Estados Unidos saliendo en gruesas caravanas como expresión de aquí ya no se puede vivir tranquilamente y no se puede aspirar a vivir dignamente.

El diálogo es la salida a cualquier conflicto, pero a estas alturas del partido ha quedado demostrado que cualquier diálogo que se proponga desde el oficialismo está destinado a fracasar. El diálogo Político que impulsó Juan Orlando Hernández, en su primer año de ilegalidad, estuvo destinado a legitimar el fraude, la corrupción y la impunidad, y nunca a solventar esos grandes problemas de país que tiene a su gente huyendo de su propia tierra.

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