

En memoria del Padre Rutilio Grande
El ERIC y Radio Progreso comparten con ustedes, amigas y amigos, la conmemoración en este día 12 de marzo, de la muerte martirial del Beato, Padre jesuita Rutilo Grande, acribillado con armas militares junto con los también beatos que a su lado fueron asesinados cuando se trasladaba a celebrar misa a su pueblo natal, El Paisnal en la parroquia de Aguilares de la Arquidiócesis de San Salvador, el 12 de marzo de 1977.
El P. Rutilio Grande era un gran amigo de San Óscar Arnulfo Romero, y su asesinato estremeció de raíz la vida y la misión evangélica del entonces Arzobispo salvadoreño, quien tres años después correría la misma muerte martirial por ser fiel al Evangelio y a la vida y realidad sufriente de los pobres salvadoreños.
Menos de un mes antes de su asesinato, el P. Rutilio Grande había advertido en una homilía que en ese tiempo era tan peligroso cargar una Biblia como peligroso era que los campesinos exigieran que en todos los hogares pudieran contar todas las familias con su “mesa y su conqué, cada cual con su taburete, tenga un puesto y una misión”, palabras que habrían de recoger los compositores del pueblo de Dios en la letra de una de las canciones de la misa popular salvadoreña. Rutilio Grande diría en esa célebre homilía que si “Jesús subiera de Aguilares hacia San Salvador, los oligarcas no lo dejarían llegar ni siquiera a Apopa, lo capturarían y lo volverían a asesinar”.
El asesinato del Padre Rutilio Grande representa un punto de referencia fundamental en la vida de la Iglesia, los jesuitas y la sociedad salvadoreña. Fue el primero de los sacerdotes asesinados en este país, y su sangre impactó como una bomba de amor en el corazón honesto y tierno de Monseñor Romero, quien se volcaría a la escucha de los clamores de las víctimas de la represión y a denunciar a los responsables de la violencia y la impunidad.
Hoy, cuando el falso brillo del capital busca oscurecer nuestros caminos y cuando se elevan ídolos salvadoreños de barro, la fe en el triunfo del amor y la paz del Padre Rutilio y de Monseñor Romero son una gracia que necesitamos pedir para seguir siendo fieles al Evangelio y a los clamores de las víctimas de nuestro tiempo.

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