Insignificante mosquito tambalea estructuras sanitarias
La incidencia del dengue es alarmante. En el mundo entero, pero en Honduras es todavía más dramática. Al menos la mitad de la población mundial está en riesgo del contagio, sobre todo en zonas tropicales como las nuestras, y más todavía cuando en nuestros barrios, colonias y aldeas en donde se juntan la ausencia de sistemas de atención inmediata con la ausencia de cultura de prevención.
A diario presenciamos y oímos en todas las plataformas mediáticas que nuestra gente se muere, y uno se llena de espanto e impotencia de ver los centros hospitalarios atiborrados de pacientes. Ningún hogar de nuestro país es inmune a la plaga del dengue. No es solo por el mosquito, sino porque se juntan de un solo porrazo la falta de prevención, raquíticas instituciones sanitarias y el amontonamiento desorganizado y desigual de poblaciones en los centros urbanos.
Con esas condiciones juntas, aparece el mosquito y hace estragos. No es porque el mosquito sea el culpable. Nosotros, con todas esas condiciones, creamos el clima, el ambiente para que ese mosquito se vuelva insaciable y en un atacante mortal. El vector es el mosquito, nosotros, con nuestras condiciones juntas, somos carne de cañón para que ese insignificante animal se convierta en un monstruo que emerge como de la laguna negra.
Como si esas condiciones fueran pocas, se le suma la alta vulnerabilidad climática de nuestro país, como por ejemplo las intensas lluvias e inundaciones y olas de calor, que favorecen la proliferación de mosquitos y así la transmisión del dengue. Además, otras dinámicas como la deforestación sin piedad, la expansión de los monocultivos con sus agrotóxicos.
Un pequeño mosquito con su ‘‘picadura’’ nos ha revelado la profundidad de tantos problemas sociales en nuestro país. El Dengue en Honduras resume la necesidad de enfrentar las causas profundas de la crisis y tener el sistema de salud pública fortalecido para responder de manera efectiva.
Tenemos la responsabilidad de educarnos para avanzar hacia una cultura de prevención. El dengue es cien por ciento prevenible, pero no basta solo con fumigar. La sociedad hemos de asumir nuestra responsabilidad de crear condiciones en la familia, en la comunidad para la prevención. Y hemos de colaborar con las autoridades en las estrategias de control y vigilancia del dengue.
Si asumimos nuestra responsabilidad como familias y comunidades, estaremos en el pleno derecho a exigir con firmeza al gobierno, no solo acciones para combatir el dengue, sino en la inversión en servicios de salud públicas, el desarrollo de programas educativos y de prevención e implementación de estrategias de control y vigilancia. Si se unen todos estos factores personales, familiares, comunitarios, públicos y oficiales, sin duda podremos vencer esta plaga del dengue, y lograr un día no lejano erradicar ese insaciable mosquito y grita a todo pulmón: ¡Dengue nunca más!
Escuchar y descargar Nuestra Palabra