Viernes 21, marzo 2025  

La precariedad de la población y la compra de votos electorales

La precariedad de nuestro pueblo y la compra de votos electorales son vicios que vienen del pasado y siguen instalados como graves problemas del ciclo infernal de la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Y nos deja la enseñanza de que un pueblo en precariedad está a merced de las élites dominantes.

Estómagos vacíos y por debajo de la línea de pobreza se convierten en terreno fértil para que las ofertas electorales se transformen en compra de votos y así se desnaturalice el derecho a ejercer el sufragio. Cuanto más precaria es la situación de la gente, más difícil es erradicar el vicio político de la compra de votos.

La corrupta práctica electoral de compra de votos es un vicio no son solamente del antiguo bipartidismo, sino también de las nuevas corrientes políticas que mantienen los procesos electorales sumidos en la corrupción para garantizar sus fines ambiciosos de enriquecerse a expensas del Estado que se concibe como un botín. El dato está a la vista: un 25% de los candidatos en las elecciones primarias cumplieron con los requisitos mínimos como abrir cuentas bancarias destinadas a su campaña electoral. ¿Cuánto se invierte engañando a nuestro pueblo con pírricas prebendas y con la compra de votos de los electores que viven en flagrante precariedad?

Las prácticas corruptas electorales tienen efectos detestables en la vida política del país. Con estas perversas intenciones, los líderes políticos pretenden priorizar sus propios intereses sobre las grandes demandas sociales de la población que están sometidas en esta dinámica de precariedad. Un candidato que compra votos para alcanzar su triunfo, será un funcionario corrupto, un contribuyente en desvalorizar la democracia, facilitar el clientelismo y perpetuar las condiciones miserables y precarias de la población.

El propósito de las elecciones es avanzar hacia una democracia que haga frente a  la precariedad socioeconómica de la población. Y no saldremos de este círculo vicioso si no se toma en serio que la política es para implantar la justicia y el bien común en la sociedad hondureña.

Para esto se necesita fortalecer la capacidad de participación ciudadana, una cultura democrática basada en el conocimiento de los programas políticos de los candidatos, una práctica transparente en los procesos electorales y que los mismos ciudadanos tengan la capacidad de exigir a los líderes políticos que rindan cuentas de sus acciones y de sus actos de corrupción. ¡No a la impunidad de la compra de los votos y de los delitos electorales!

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