Jueves 09, enero 2025  

La tierra y sus regalos que recrean y enamoran

En escenarios movedizos e inciertos como los del contexto actual, necesitamos aferrarnos a lo que nos ofrece vida y tranquilidad. Y ha de ser algo que no se encuentre en el mercado ni en el consumismo. Las experiencias que más conducen a ser luz y a irradiar ejemplos, son aquellas que entronquen con el testimonio personal y comunitario y su vínculo con la madre tierra.

Y si la amamos, y si la hacemos parte esencial de nuestra vida, nos oxigenará ante tantas barbaridades que escuchamos en el espectro mediático. Lo que no se ama o se queda solo en la mente o buenas intenciones, no podrá sobrevivir. Será como la paja que se la lleva el viento.

En el llamado testimonial de la tierra, se experimenta una fuerza que atrae, que da nuevas energías. El llamado de la tierra es una convocatoria que complementa y dimensiona lo que hacemos en los conversatorios, oficinas, formaciones, encuentros y análisis. El llamado de la tierra llena un vacío que se gana con mucha vida y sencillez.

Es un ir al llamado de la tierra que nos vincula con un mundo lleno de generosidades, porque generosa es la tierra y todo lo que de ella recibimos. Pisar la tierra, sentir el aire y el verdor del campo, relajarse con el rumor de un arroyo o de una quebrada, es un toque especial entre las muchas tareas y demandas que cada organización tiene en el día a día. Ir a la tierra y sentir su aroma y su generoso abono no es un programa, no es un plan de trabajo, no es un horario a cumplir. Es un regalo. Pisar la tierra con su semilla y su siembra da riqueza a la oficina, llena de sentido nuevo a las redes sociales y al correo electrónico. Tener contacto con la tierra, con la siembra y con el rumor de los arroyos, es recrear la vida; es perder el tiempo en el encuentro con la madre naturaleza. Y así se gana en generosidad y se acentúan energías positivas.

Entrar en contacto con la tierra es celebrar la vida. En cualquier circunstancia, por muy difícil o árida que sea la coyuntura en este año cargado de espumas y palabrerío y confrontaciones, es gratificante ponerle el toque de fiesta al contacto con la tierra, sea con elotadas, frijoladas, mercados populares de agro ecología y artesanías, fiestas religiosas, memoria de los mártires. La tierra nos espera. Con un poco de amor, y haciendo a un lado las urgencias, nos colmará con sus regalos.