Lunes 02, Septiembre 2024  

Septiembre para buscar cohesión y consensos

En septiembre es cuando más hablamos de independencia, libertad y soberanía. Sin embargo, al nacer dividida, Centroamérica perdió su capacidad para impulsar un proyecto común para aprovechar racionalmente sus recursos, su ubicación geográfica estratégica, impulsar programas turísticos comunes y planes de auténtico bienestar. Desde siempre sus pedacitos de países quedaron sometidos a caudillos internos y a potencias y corporaciones multinacionales externas. En Centroamérica se ha cumplido a rajatabla aquel dicho de que a las sardinas se las acaba comiendo el tiburón.

Hoy, en pleno siglo veintiuno, los políticos centroamericanos han dado muestras precisas de seguir profundizando este error de origen de los Estados centroamericanos, y por supuesto los políticos hondureños van a la cabeza. La minería, las ZEDE y el narcotráfico como enclave no hacen sino dividir aún más el territorio y debilitar más la capacidad del país para insertarse con algo de dignidad en el mundo.

Mientras los historiadores y la propia realidad nos plantean que solo somos viables si trabajamos en alianza o impulsando proyectos con una visión centroamericana, los políticos hondureños tiran a la basura las lecciones del pasado e impulsan planes que acentúan el desempleo, provocan la migración forzada, incluso prefieren alianzas oscuras con grupos ilegales que han acabado destruyendo la precaria institucionalidad.

Este septiembre es especialmente desafiante e incómodo para Honduras. Todo está tambaleándose. Mientras el gobierno de los Estados Unidos ratifica que nada seremos sin su tutela, el gobierno hace público que defenderá la soberanía y reacciona con decisiones de fuerza que en poco o nada se corresponden con su realidad y capacidad. Es importante defender la soberanía, hasta los sectores más oscuros de un pasado infame, se llenan la boca exigiendo igualmente soberanía. Pero ¿Cuál soberanía? ¿A qué soberanía se refieren?

Cancelar la extradición en nombre de la soberanía no parece tener sustento. Defender a las Fuerzas Armadas no parece tener coherencia. La soberanía debía suponer un robusto sistema de justicia, que hoy no existe, y debía suponer el compromiso entre los sectores de la sociedad para buscar cohesión y consensos que actualmente se han hecho añicos. Y un paso para alcanzar consensos y cohesión debía ser sin vacilación contar con un instrumento que garantice la extradición y a la vez ponerle velocidad a la instalación de la CICIH.  Así se auxilia a nuestro actual harapiento sistema de justicia.

Hay mucho por debatir y por consensuar. El asunto es si tenemos condiciones para ponernos de acuerdo en esos dos consensos, sin los cuales el narcotráfico, el crimen organizado y las redes de corruptos serán las fuerzas que nos impondrán su soberanía. Y sin extradición y sin CICIH incluso el proceso electoral que arranca en este mes estará en serio peligro. Y esto todos los tomadores de decisión tiene la responsabilidad de no permitirlo.