Nuestra palabra
Miércoles, 05 Septiembre 2018

Septiembre para debatir

En septiembre es cuando más hablamos de independencia, libertad y soberanía.  Hablamos mucho, pero decimos muy poco.  Al recordar los 197 años de independencia de los criollos con respecto a los españoles, hay un dato que los analistas toman para explicar la fragilidad de nuestros Estados: Centroamérica tiene un problema de origen, nunca se logró la “unión centroamericana” y desde el arranque se desmembraron minúsculos Estados que por sí solos nunca han podido salir airosos con propuestas nacionales. Cada país se convirtió en feudo de un puñado de señores oligarcas.

Al nacer dividida, Centroamérica perdió su capacidad para impulsar un Proyecto común para aprovechar racionalmente sus recursos, su ubicación geográfica estratégica, impulsar programas turísticos comunes y planes de auténticos desarrollos sin estar sometidos a los capitales externos. Divididos, los Estados cayeron víctimas de los grandes, cumpliéndose aquello de que a las sardinas se las acaba comiendo el tiburón. Al convertir la parcela centroamericana en mini estados facilitó el impulso de proyectos económicos históricos sometidos a multinacionales y a caudillos locales que tanto daño han hecho a la región como los enclaves mineros, bananeros o la depredación de las maderas preciosas.

Hoy, en pleno siglo veintiuno los políticos centroamericanos han dado muestras precisas de seguir profundizando este error de origen de los Estados centroamericanos, y por supuesto los políticos hondureños van a la cabeza. El proyecto de las ciudades modelo o la ley de minería, no hacen otra cosa que dividir aún más el territorio y debilitar más la capacidad del país para competir en un mundo globalizado.

Mientras los historiadores y la propia realidad nos plantean que solo somos viables si trabajamos en alianza o impulsando proyectos con una visión centroamericana, los políticos hondureños tiran a la basura las lecciones del pasado e impulsan planes que nos hacen vivir como rémoras del capital multinacional, incluso prefieren alianzas oscuras con grupos ilegales que acaban destruyendo la precaria institucionalidad.

Al recordar un año más de la independencia que un día proclamó una élite criolla para impedir que el pueblo luchara por alcanzar su libertad, es necesario que debatamos sobre el Estado y la sociedad que tenemos, y sobre el Estado y la sociedad que necesitamos. Hay mucho por debatir y por consensuar, aquí ofrecemos algunos temas para iniciarlo ¿Es viable el Estado impulsado por la casta política y la élite empresarial actuales? Cuándo los diputados hablan de que somos soberanos, libres e independientes, ¿de qué realmente están hablando? Las ciudades modelo o leyes que exoneran a multinacionales del pago de impuestos o que favorecen en extremo la explotación de la riqueza minera, ¿fortalecen o debilitan el Estado hondureño?

A pesar de los ruidos de los tambores y los discursos grandilocuentes, septiembre también puede ser ocasión para seguir el debate, la búsqueda de consensos y la lucha.

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