

Tres modos eclesiales de situarnos en la realidad de acuerdo al papa Francisco
Primer modo: Una Iglesia de los pobres y para los pobres, que su misión se identifique con quienes padecen las consecuencias de un mundo atrapado en las desigualdades y en una distribución injusta y perversa de los bienes y riquezas. Una Iglesia identificada con las víctimas de este mundo y que predique con el ejemplo desde la austeridad, la solidaridad y el desprendimiento; Y que ilumine los caminos que conduzcan a la dignidad humana y en armonía con la naturaleza.
Segundo modo: la defensa, cuidado y protección de la naturaleza y de todos sus bienes. Para la humanidad este modo de situarnos como Iglesia es una auténtica buena noticia, porque ofrece la oportunidad real de denunciar y rechazar una opción del mundo basado en convertir todo lo que es riqueza natural en dinero. Defender el agua, los ríos, los bosques, la minería y las comunidades y territorios indígenas y campesinos, nos coloca en la más hermosa tradición social de la misión evangelizadora de la Iglesia.
Tercer modo: lucha por la paz en un mundo atrapado en guerras fraticidas, etnocidas y racistas, que dejan regueros de sangre inocente. Luchar por la paz se ha de expresar en contrarrestar la matriz de la violencia y la inseguridad, y en hacer frente a la necesidad de una legislación agraria que transforme la actual tenencia de la tierra, transforme la estructura fiscal actual para que la gente tribute al Estado conforme a sus ingresos, ganancias y propiedades. Luchar por la paz significa hacer frente a la estructura de poder que corrompe a funcionarios públicos y entiende que la ley puede ser violada o interpretada de acuerdo al dinero o poder que tengan las personas o grupos privilegiados.
Si estos tres modos de situarnos ante la realidad los convertimos en plan de vida y misión dentro de la Iglesia, sin duda iremos por la senda hacia una sociedad reconciliada y democrática, así como la predicó San Óscar Romero hasta ofrendar su vida o como la vivió hasta dar su vida el Padre Guadalupe Carney. Son tres modos para vivirlos y convertirlos en historia, conforme a hechos y testimonios.

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