“Le quiero decir que la quiero mucho y que me hace falta”, así entre palabras cortadas y con su tierno tono de voz, dice Susana lo que significa la ausencia de su madre y padre, a quien no conoce, porque ellos migraron cuando era una bebé de ocho meses.

Las condiciones de pobreza y exclusión expulsaron a la joven pareja. Dejar su pequeña niña al cuidado de su abuela fue la decisión que tomaron para proteger su pequeño retoño. Luego de nueve años cada día pesa recordar que ahora, ya con otros dos hijos en Estados Unidos, Susana está en Honduras, lejos de conocer a sus nuevas hermanas.

Crisis migratoria 

A Susana la conocimos  en el albergue El Edén, ubicado en la ciudad de San Pedro Sula, al norte de Honduras. A este centro llegan los niños y las niñas que son deportadas cuando intentaban llegar hacia los Estados Unidos.

A sus cortos nueve años de edad, Susana ha intentado cruzar frontera en busca del abrazo de sus padres en dos ocasiones. En ambas, el final fue el mismo: detenida por la migra mejicana y devuelta a su país.

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Así como ella, semanalmente llegan al país tres buses con cientos de migrantes detenidos en territorio azteca. Un informe publicado recientemente por la organización Save the Children registró que más de ocho mil niños y niñas hondureños fueron deportados desde México y Estados Unidos únicamente el año 2014, siendo devueltos a la lamentable situación de pobreza y violencia de la que huían.

Martha Reyes, abogada responsable del albergue El Edén, confirma que de octubre de 2013 a julio de 2014, la Patrulla Fronteriza estadounidense detuvo a 62,998 niños y adolescentes no acompañados menores de 17 años, el doble que en el mismo periodo del año anterior. Desde entonces, Honduras es el país de donde más proceden estos menores.

La empleada de la recién creada Dirección de la Niñez y Familia, DINAF, instancia que sepultó al Instituto de la Niñez y la Familia, INHFA, dice que a raíz de la denominada  crisis migratoria las autoridades tomaron la decisión de controlar la llegada de los buses con menores deportados desde Méjico. “Ahora estamos atendiendo un promedio de tres buses a la semana, cada unidad trae entre 70 a 100 menores. Ellos llegan a la frontera de Corintos, Honduras-Guatemala, luego al albergue donde son atendidos por personal del DINAF, desde alimentación, dormida, hasta canasta familiares. Hay una orden de la presidencia para atender a la niñez migrante deportada”, dijo Reyes.

El gobierno de Honduras,  ha sido fuertemente criticado por su forma de manejar la denominada “crisis migratoria”. Muchas organizaciones que acompañan a migrantes aseguran que no existe una política de atención al menor migrante. Yolanda Gonzáles de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica, RJM, dice que la cantidad de menores deportados no son en su mayoría por vía aérea sino terrestre, además las precarias condiciones en que viajan los niños y las niñas.

“En los distintos medios de comunicaciones veíamos a la primera dama de la nación, recibiendo a las unidades familiares, cuando en realidad únicamente era pocas, porque la crisis es la que se enfrentan en las deportaciones vía terrestre, los cientos de menores y adultos que llegan deportados de territorio mejicano”, dice Gonzalez.

Yolanda Gonzalez critica que de hecho no hay programas del actual gobierno para ayudar a migrantes y que los roles institucionales no son claros. “La atención se deja a instituciones no gubernamentales y de la iglesia”, concluye la coordinadora del RJM.

A peores condiciones  

México y Estados Unidos están deportando a los migrantes detenidos sin importar que muchos de ellos salieron huyendo de la violencia por lo que el regresarlos a su país de origen supone un enorme riesgo. Ese riesgo lo enfrenta ahora Susana y su familia, quienes siguen sobreviviendo en un país que no crea las condiciones para que sus habitantes tengan acceso a todos sus derechos.

Susana vive en una de las denominadas “colonias peligrosas” de San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas del mundo. Al deportarla no únicamente truncaron sus sueños de conocer a sus padres, sino que la expone a los mismos peligros de los que huía, vivir en una zona donde la inseguridad, violencia y pobreza son el pan de cada día.

Les invitamos a conocer su historia en esta producción de Radio Progreso y Round Earth Media.

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