27 años, apenas un soplo
Recordamos hoy, 27 años después, a Carlos Escaleras. Con toda su juventud y su energía y su mirada puestas en la defensa de su gente y del entorno. 27 años atrás un reguero de sangre se mezcló con lágrimas y angustias familiares, comunitarias y familiares. 27 años después, seguimos en demanda de justicia junto al nombre de Juan López y con los rostros de tanta gente que cayó, como Carlos, bajo los certeros disparos de asesinos a sueldo por orden de empresarios, políticos y mafiosos, que a fin de cuentas son la misma cosa.
“Hoy estamos en peor situación que cuando mataron a mi hermano”, dijo don Eldin Escaleras, su hermano mayor, delante de los rostros sorprendidos de los funcionarios del Estado—. Fueron palabras pronunciadas en plena vigencia de Juan Orlando Hernández. Algo del ambiente político ha cambiado, pero las estructuras desde donde asesinaron a Carlos, son las mismas desde donde han asesinado a Juan López.
27 años y Carlos Escaleras se erige como símbolo de luchador en defensa del pueblo. Hoy su sangre se hermana con la de Juan López. Los dos son mártires del pueblo. Los dos son próceres de la patria herida. Los dos son símbolo de soberanía, por su vida entregada porque los bienes de la naturaleza sean administrados por el Estado y por las comunidades. Por eso Carlos Escaleras y Juan López son próceres de la patria soberana por venir. Son próceres por lo que fueron: ilustres, respetados, queridos, ejemplares, con cualidades extraordinarias para erigirlos como modelos a seguir por las nuevas generaciones.
Hemos de rendir homenaje a Carlos Escaleras como Juan le rindió homenaje y como hoy desde nuestra radio y el ERIC le rendimos homenaje. Por su sangre martirial, sus cualidades extraordinarias y su entrega por la vida del pueblo, los convierte a los dos en próceres de la nueva patria soberana que ya vamos construyendo, que la vemos venir, que se asoma, que Carlos Escaleras y Juan López la anticiparon con su ejemplo y su entrega.
Carlos Escaleras, gracias por tu terquedad, gracias por agigantarte con tu ejemplo cuando a nosotros nos agobia la desolación y la pérdida de aliento. Gracias porque nos sigues diciendo, casi cantando junto a tu hermano gemelo Juan López, que para el amor y la construcción de la ternura, no basta una sola vida, necesitamos toda una eternidad, y en ella, nos dices con cariño, como cuando te reunías con nosotros a compartir tu humor y tu generosidad, que para tanto amor por venir, 27 años es apenas un soplo.
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