Jueves 31, Octubre 2024  

Inversiones cuestionables, herencias miserables

Honduras ha enfrentado 19 demandas en el arbitraje internacional, siendo así el segundo país más demandado del mundo, solo detrás de México. La mayoría de estas demandas se ha presentado después del golpe de Estado e interpuestas principalmente en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones (CIADI), que depende del Banco Mundial.

Honduras tiene ocho Tratados Bilaterales de Inversión que permiten a los inversionistas extranjeros demandar al Estado; doce Tratados de Libre Comercio, entre ellos el famoso CAFTA-DR, que incluye mecanismos para resolución de disputas entre inversionistas y el Estado; la Ley para la Promoción y Protección de Inversiones, que otorga privilegios extraordinarios a los inversionistas extranjeros; y, Contratos de Alianza Público-Privada.

Hay quince demandas que siguen pendientes, tres que han sido resueltas a favor de los inversionistas y una que ha sido arreglada fuera de arbitraje. Al ganarse, la población hondureña es la que paga a esas empresas transnacionales. Y todas esas leyes las aprobaron los “padres de la patria”, casi todas en el marco de la narco dictadura.

Con estas leyes, los diputados han legislado sin la gente y en contra de la soberanía nacional. Es un acto político de corrupción y un día estos políticos tendrían que rendir cuentas. Así entendemos por qué un gran número de los políticos de todos los colores dicen del diente al labio que quieren que venga la CICIH, pero actúan en contra de que venga.

Los grandes inversionistas extranjeros que están demandando al Estado de Honduras, no suelen cumplir con lo establecido en estos contratos. Por eso reciben el mote de contratos entreguistas. Es más, no pocos de estos contratos se aprobaron y se implementaron en tiempos de dictadura y narcotráfico, por eso mismo, son corruptos y no gozan de legitimidad por haberse aprobado a espaldas de la gente.

¿Acaso no tenemos derecho a elevar la sospecha de los vínculos directos o indirectos de estos inversionistas con redes nacionales e internacionales de criminalidad? Son dudas razonables que conducen a subrayar la necesidad de un enfoque crítico hacia las inversiones extranjeras. Es cierto, Honduras no está para manteles largos ni para tirar la casa por la ventana, puesto que somos una economía en alta precariedad.

Pero eso sí, no podemos permitir que vengan empresas extranjeras a atentar en contra de la soberanía nacional ni tampoco para que sigamos eligiendo a diputados vividores que juegan con nuestra dignidad y usan nuestro voto para aprobar leyes para vender nuestra soberanía a inversionistas de dudosa procedencia. Por eso son diputados vende patria.