La avaricia que contamina
Las imágenes de Tegucigalpa son deprimentes y preocupantes. La contaminación de su aire llegó al extremo de ser una amenaza para la salud de sus habitantes. Un peligro es quedarnos mirando la calidad del aire como un indicador más del paraguas del cambio climático.
No es la primera vez que la ciudad llega a este extremo, pero sí es de las ocasiones en que dura más días ese nivel de contaminación en el aire. Una señal de que la ciudad entró a un deterioro extremo, que nos lleva a preguntarnos, ¿será reversible el deterioro ambiental alcanzado por la ciudad?
La pregunta no es retórica, porque los incendios forestales de la ciudad es un tema histórico y fue a peor, no hay proyectos de reforestación, en vez de árboles sembraron casas en los cerros que rodean la ciudad y ante la ausencia de un plan urbanístico sostenible ambientalmente la ciudad se llenó de cemento, el transporte público casi desapareció y se avanzó al circule como pueda.
Pero el deterioro ambiental de esta ciudad se convirtió en un problema nacional. Si centramos la mirada en el valle de Sula, la contaminación del aire está creciendo de manera alarmante. A pesar de las altas temperaturas, las empresas azucareras siguen quemando la caña antes de cosecharla, aumentando el calor y la contaminación del aire de manera dramática. El ahorro de dinero de unos pocos empresarios de la caña significa el sufrimiento de más de dos millones de personas viviendo en el valle.
No podemos seguir viendo el toro desde la barrera. El gobierno dio un paso importante en la protección de los parques nacionales con la aprobación y publicación del Decreto 18-2024, pero queda enorme tarea de establecer límites a los monocultivos, empresas mineras, industriales y urbanizadoras, de lo contrario el daño ambiental de capital, es lo que nos espera a nivel nacional, ¿Lo vamos a permitir?
Escuchar y descargar Nuestra Palabra