Podrán arrancarles el bosque, quizá puedan represar sus ríos, seguro van a dinamitar sus cerros y arrancar de sus profundidades los minerales preciosos y valiosos que la Madre Tierra nos deja como bienes comunes, puede que los encarcelen y persigan, hasta quitarles la vida, pero nunca, nunca, van a desaparecer al pueblo Tolupán.

Esta semana en la aldea El Palmar, Locomapa Yoro, la sangre Tolupán ha vuelto a ser derramada por el sicariato criminal que actúa en nombre de empresarios y del Estado en Honduras y en contra de los defensores de la vida. Justamente en las mismas horas en que nos manifestábamos en nombre de otros compañeros privados de libertad por este mismo Estado promotor de impunidad y muerte.

Esta vez fue contra Salomón y Samael Matute, Tolupanes de la tribu Locomapa, padre y hermano, respectivamente, del líder indígena Ramón Matute, miembro activo de la conducción nacional del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, actualmente criminalizado, perseguido, amenazado y en riesgo de muerte en el fracasado Estado de derecho que hay en Honduras.

Les mataron por defender los bosques, por cuidar la tierra, por amar Honduras, por defender su derecho a ser Hondureños, por su lucha incesante en conseguir la autodeterminación de su pueblo, por estar en contra de la dictadura que nos gobierna, por no hacerle el juego a esta sociedad consumista que promueve el capitalismo voraz y asesino. Ellos fueron salvajemente acribillados por sicarios que cuentan con la impunidad del Estado y la indiferencia suya y mía.

Condenamos estos actos que acaban con la vida de nuestros compañeros y compañeras Tolupanes y que nos privan de su alegría. Anacleto Soriano, poeta hondureño en el exilio escribió “De Samael, queda el sueño de vernos un día en tal parte, encaramados cada cual en una moto y recorrer la cerreria; y hoy está muerto”, no es justo que tan lindos planes de juventud y vida tengan que verse truncados por la ambición desmedida de unos empresarios de la madera y un gobierno cómplice que nos condena al exilio o a la muerte. Hasta cuando.

Cuántos hondureños y hondureñas más hemos de ser enterrados para que reaccionemos a esta barbarie. Cuántas familias han de ser destruidas y cuántas amistades rotas en nombre de la riqueza, el poder y la adulación al consumismo. Qué será de Honduras como patria, qué será de las y los hondureños como ciudadanos, que pasará con la justicia injusta que predomina, cuántos más hemos de dar el paso a la muerte y volvernos víctimas eternas de la impunidad. ¿Cuántos más?

Hoy en el dolor de la muerte y la soledad de las cárceles que viven los presos de conciencia en Honduras,  abrazo la vida y confieso. Confieso que aunque el miedo recorre mis venas y la desesperanza me agobia sigo creyendo que nos merecemos una mejor Honduras, y más temprano que tarde esos que se oponen al proyecto humano y digno de la autodeterminación de los pueblos pagarán caro su avaricia, pues como dijo el poeta “acá habrá pa todos o habrán patadas”


Hector Flores

(Chaco de la Pitoreta)

Poeta y Gestor cultural hondureño.