Nuestra palabra
Lunes, 20 Agosto 2018

La Bahía de Trujillo

Es uno de rincones hondureños con mayor riqueza natural y un acumulado histórico muy propio de la bahía de Trujillo. En ella tocó tierra firme por primera vez Cristóbal Colon en su cuarto y último viaje en 1502. Casi tres siglos después, en 1797 llegaron los garífunas de San Vicente y el Estado hondureño entregó esos territorios a los negros de las comunidades de Rio Negro y Cristales.

La huella del paso de los españoles quedó plasmada en la fortaleza Santa Bárbara, memoria viva del paso de los ladrones europeos por esas tierras. Ese atractivo histórico se complementa con las hermosas playas de arena blanca y aguas cristalinas, belleza que aumenta cuando usted levanta la mirada y encuentra el verde de los cerros Capiro y Calentura. Cerros zanjeados por decenas de ríos que alimentan de agua a todas las comunidades de la bahía.

Sin embargo, todo esa belleza y riqueza choca con la precariedad en que viven la mayoría de las familias negras de la había. Sus vidas están marcadas por la pobreza, hacinamiento, el desempleo, precarios sistemas de salud, educación y una creciente amenaza de despojo de sus territorios por ladrones de origen canadiense.

Históricamente la bahía fue abandonada por el Estado, con la implantación del modelo neoliberal volvió a ella acompañado de empresarios nacionales y extranjeros para someter a los negros a un nuevo destierro. A partir del 2009, tanto la administración de Lobo Sosa como la de Hernández Alvarado llegaron cargados de proyectos de magaturismo, refinerías, mineros e hidroeléctricos. Iniciativas económicas que se configuran e impulsan sin consulta y en contra de los negros.

En la actualidad, el municipio de Santa Fe es uno de los más afectados con proyectos turísticos conocidos como Enjoi Trujillo, Enjoi Santa Fe y está en construcción Enjoi Guadalupe. Todos estos proyectos son impulsados por la empresa CareVida, propiedad de Randy Jorgensen, empresario de origen canadiense, más conocido como “el rey del porno”. Todas las riquezas naturales donde se construyeron los hoteles y residencias son de los negros, pero todas las ganancias son de los canadienses.

A pesar de todo, las comunidades poco a poco se están despertando y se están organizando en la bahía. En los últimos años lograron declarar el municipio de Trujillo libre refinerías y minería. Ahora un grupo mujeres garífunas y un grupo de negros deportados están recuperando territorios ancestrales que por años han sido usurpados por extranjeros. Sin duda, la sangre y el espíritu de Satuyé siguen bailando y resistiendo en las luchas de los negros hondureños.

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