Nuestra palabra
Viernes, 18 Agosto 2018

Romper los Miedos

Honduras sigue llenando su cotidianidad con historias tristes, dolorosas y cada vez más desgarradoras producto de la violencia y criminalidad que azota a este pueblo crucificado. La tensión que se vive en las calles también se traslada a los hogares en un país donde ya nadie está seguro. Nuestra gente vive pensando que alguien la va a asaltar o que en su barrio, colonia o aldea se pueda presentar una balacera que los ponga en peligro. Ese es el diario vivir en Honduras.

Muchos no soportan esa tensión y buscando salva guardar su vida y la de su familia, salen del país en busca de oportunidades aplicando la frase aquella que se ha vuelto tan común en estos tiempos: que es mejor morir en el intento de huir de la violencia que morir en una balacera o por oponerse a ser extorsionado en su propia comunidad. Lo mismo acontece con las comunidades que se resisten a ser despojados de sus territorios. Sus principales líderes son perseguidos, criminalizados. Las transnacionales en contubernio con el gobierno se encargan de dibujarle el miedo en sus caras.

Y los más afectados son nuestros jóvenes y nuestros niños y niñas. Muchos se quedan sin padre y madre producto de la violencia, destruyendo de esta manera ese tejido familiar que es el sustento de una sociedad bien cimentada. Y es así como nuestra juventud, sin oportunidades, y ahogada por la falta de un empleo, luchan por sobrevivir en un país gobernado por corruptos y violentos. Y eso se traslada a la comunidad. El ambiente que se respira en los barrios y colonias es tenso porque vivimos sumergidos en una realidad violenta que de a poco nos ha ido robando la tranquilidad.

Los pobres, que son las mayorías en este país, son los más afectados, y entre esos pobres son las mujeres y los niños y niñas las víctimas directas de esta sociedad violenta. Muchos de ellos se enfrentan cada día a una lucha titánica en este país de las desigualdades donde la brecha entre los ricos y pobres se agranda cada vez más con un sistema político atrapado en la corrupción y la violencia.

La gente lo expresa a través de las encuestas y los sondeos como los que realiza el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, obra de la Compañía de Jesús. La gente lo tiene bien claro: el fenómeno de violencia ha aumentado su incidencia en Honduras hasta el grado de convertirse en un problema de primer orden a la par de la pobreza, la corrupción, el desempleo.

Esta situación ha llevado a que la ciudadanía viva en la zozobra, la sospecha y el miedo. Y esto no es vida. Como país, como ciudadanos y ciudadanas, necesitamos romper con la lógica del miedo y la sumisión para abrirnos a una nueva oportunidad. Recuperar lo público y condenar las políticas que criminalizan las acciones ciudadanas que buscan demandar el derecho al empleo y a vivir dignamente en un país que debe ser para todos y todas.

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