Nuestra palabra
Miércoles, 07 Noviembre 2018

La sobredosis de inhumanidad de la gente enferma

Paralizada en su cuerpo, pero con la mente lúcida, la paciente identificó al médico que la había atendido en el Seguro Social cuando estuvo interna en el mes de junio pasado. Era el mismo médico especialista a saber en qué, que nunca quiso decir qué medicamentos recetaba, ni nunca explicó el origen de las dolencias de la paciente.

La paciente en su silla de ruedas y el médico cruzaron las miradas. Cuando estuvieron de frente, ella le dijo: “buenos días doctor”. El médico se detuvo instintivamente por un segundo ante la voz, y de inmediato volvió su vista para otro lado, y siguió su camino como si no hubiese visto a nadie, y menos como si no hubiese escuchado nada.

Así es la atención de salud para la pobre gente enferma hondureña. Aunque hay excepciones, con médicos y personal de enfermería sensibles y con compromiso ético con su profesión, el sistema de salud es implacable, insensible e indiferente con la gente empobrecida. Si en Honduras una familia no tiene con qué pagar una atención privada, y aunque sea un derechohabiente, que vaya preparando los gastos mortuorios porque en el Seguro Social lo que le espera al paciente es una irremediable condena a muerte.

La gente sencilla no es que le huya a la enfermedad ni siquiera a la muerte. Son aceptadas como parte de la vida. Lo que la gente no acepta es que la enfermedad está acompañada de una sobre dosis de maltrato, y que los profesionales de la medicina la miren y traten con desprecio, como si se tratara de seres humanos de segunda, tercera o cuarta categoría.

La salud es un derecho humano, y en Honduras es un derecho que se niega a la inmensa mayoría de la sociedad, que a su vez se enferma por mal comer, porque no tiene ingresos necesarios para una alimentación básica sana. Es todo un círculo de inhumanidad, porque las instituciones de salud, como el Seguro Social han sido saqueadas, como bien sabemos, por los mismos responsables de aprobar el presupuesto nacional.

La misma gente que tiene que ver con el saqueo del Seguro Social y con la malversación de recursos destinados al sistema de salud, es la misma que elabora el presupuesto nacional que destina altos porcentajes para defensa y seguridad, es decir, para armas, bombas lacrimógenas, batallones, policías e instalaciones militares, mientras que para salud apenas se destina un doce por ciento, destinando la mayoría de este porcentaje al pago de personal y reducidas cantidades para equipos médicos y medicamentos.

La paciente lúcida pero con su paralizado cuerpo, quedó esperando inútilmente la cortés respuesta del médico. Y esperó tres horas para recibir la atención de la doctora con la que tenía una cita postergada desde dos meses atrás. Al cabo de tres horas, se acercó una enfermera y como viendo a cualquier parte, menos a los ojos de la paciente y de sus familiares. Con la mayor displicencia, dijo a rajatabla: “venga otro día a que les den nueva cita, porque la doctora tiene otros asuntos y no atenderá este día”. Así va la vida para quienes no pueden pagar una clínica privada.

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