Romper con el desigual y frágil proceso electoral
A lo largo de su historia, nuestro sistema electoral ha sufrido numerosas reformas; sin embargo, sigue siendo muy frágil, poco transparente, poco confiable y poco creíble. Y para contar con un sistema electoral robusto para las próximas elecciones primarias y generales, los tomadores de decisión debían afrontar los siguientes desafíos:
Uno, eliminar las posibilidades del fraude electoral, garantizando el respeto a la voluntad popular y la transparencia en el proceso de las elecciones.
Dos, propiciar la igualdad de oportunidades para todos los candidatos, la libertad y seguridad de los votantes y la prohibición del uso de recursos públicos con fines partidistas.
Tres, acceso transparente a la información sobre el financiamiento de las campañas electorales.
Cuatro, un recuento de votos claro, con decisiones del Consejo Nacional Electoral (CNE) que se correspondan a resultados en plena sintonía con la voluntad popular expresada en las urnas electorales.
Es cierto que nuestra sociedad está cruzada por profundas desigualdades, pero que las mismas no se trasladen a elecciones desiguales con respecto al acceso a los recursos y los medios, porque si esto ocurre tendremos desigualdad en las candidaturas, ventajas que sin duda las tendrán quienes más tienen dinero y poder político.
La realidad nos ha dicho hasta ahora que en los procesos electorales quienes tienen más poder para pagar y comprar medios y propaganda, bombardean la conciencia de la población, manipulan y compran medios y comunicadores y así imponen su voluntad por encima de la voluntad popular.
Romper con ese círculo vicioso y ocioso es el mayor de los desafíos. Romperlo en toda la estructura de la sociedad, y también, por supuesto en los procesos electorales. Este tipo de procesos electorales refleja las desigualdades estructurales de nuestra sociedad, y al no contar con una sólida institucionalidad democrática, las elecciones, en lugar de mayor democracia, consolidarán la marginalidad en la que se encuentran amplios sectores de la sociedad.
Confiemos que en estos meses previos a las elecciones tanto primarias como generales, podamos contar con la voluntad de las altas dirigencias de los partidos políticos para que alcancemos un nivel creíble en las instancias responsables del proceso electoral. Y que a la par demandemos con firmeza la instalación de la CICIH para que auxilie a la democracia hondureña con un proceso de justicia que investigue y enjuicie a quienes desde la impunidad conducen las redes de criminalidad que se arropan en los procesos electorales para delinquir a rienda suelta.
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