

El mundo al revés
Vivimos tiempos de incertidumbre, sabemos de dónde venimos, pero no está claro hacia dónde vamos como humanidad. Al menos ese el mensaje que está transmitiendo el viejo y nuevo presidente de los Estados Unidos. Todo se desprecia y solo él y su grupo tienen la varita mágica para hacer el milagro.
Son tiempos donde todo está cuestionado. Se cuestiona el estado y para muchos es el enemigo a destruir, se cuestiona el sistema jurídico internacional porque limita ambiciones y caprichos individuales, y la democracia va quedando en menos que el pan y circo de los tiempos romanos.
Son tiempos de miedo a los empobrecidos. A ellos se les culpa del fracaso de las políticas públicas, del fracaso de las medidas económicas neoliberales. No se les trata como víctimas que van huyendo de sus territorios para salvar la vida, se les acusa de criminales y se presentan como otro enemigo a destruir.
Es el tiempo del sálvese quien pueda, da lo mismo si es una persona, un pueblo indígena o si es un país empobrecido. Con el debilitamiento y amenazas a los organismos multilaterales se fortalecerá la ley del más fuerte. Es decir, los países desarrollados se impondrán con mayor facilidad sobre los empobrecidos, pero más grave aún, se hace más grande la puerta para que las transnacionales sean más agresivas con el saqueo a los territorios.
Es el tiempo que abre la puerta a nuevos fascismos. Los propietarios del espectro radioeléctrico, de las redes sociales y la industria del entretenimiento son los nuevos señores feudales, y quieren puertas abiertas para construir el mundo de la inteligencia artificial, donde no se requieren ciudadanos, sino marionetas que se muevan como maquinas.
Parece que vivimos una película de ficción, pero no lo es. Es el mundo al cual nos llevan la gente más rica del planeta. Es el tiempo en que se niega la ciencia y cambio climático, se reafirma el patriarcado, se niegan los derechos humanos y se abre la puerta al mundo transhumano. Como diría Eduardo Galeano, en el mundo “patas arriba”.
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